Con repetir el apellido Duran del oscense de nacimiento Josep Antoni Duran i Lleida no lo estamos comparando con el villano de la película del director Roger Vadim, Barbarella, «Dr. Duran Duran» -él solo es licenciado- , sino reconviniéndolo por este nuevo ataque hacia ciudadanos andaluces, quizá los más desfavorecidos.
¿Por qué de nuevo los jornaleros andaluces son humillados y ofendidos?
La explicación que le dan a este fenómeno, el de los ataques sistemáticos a los andaluces por parte de algunos políticos catalanes, es la proximidad de las elecciones, algo que no nos cuadra porque los andaluces han contribuido y contribuyen a la engrandecimiento de la región catalana y porque en ella viven centenares de miles andaluces con sus descendientes, los altres catalans, a los que no le hará ninguna gracia que se mofen tanto de su acento-la semana pasada Artur Mas- como el hasta ahora moderado Durán y Lleida, de los jornaleros andaluces, a los que trata de vagos que se están gastando el dinero del PER en los bares de los pueblos.
Y este último lo hace de la manera más demagógica y mitinera posible, y con los ojos casi salidos de las órbitas: “mientras los payeses catalanes no pueden recoger la fruta por los bajos precios, en otros sitios de España, con lo que damos nosotros de aportación conjunta al Estado, reciben un PER para pasar una mañana o toda la jornada en el bar del pueblo».
Quizá ignore este político que ya solo quedan 124.900 andaluces –de una población de 8 millones y medio de habitantes- cobrando el PER y que la cantidad que perciben se duplicaría si los jornaleros fueran desempleados de cualquier otro sector económico y que la jubilación de los agricultores es de 556 euros frente a los 779,74 de los jubilados catalanes.
Añade gravedad al asunto que estas calumniosas palabras hayan cosechado los más fervorosos y sonoros aplausos en el Consell Nacional que la federación nacionalista ha celebrado hoy en Barcelona para ratificar sus candidaturas para el 20N y su programa electoral
