Pujol y Mas, los modernos cruzados de la lengua catalana

pujol y mas

(Pujol i Mas, els nous creuats de la llengua catalana)

Al parecer no es posible estar más de una semana sin hablar de Cataluña, sumida al igual que el resto de España, en una profunda crisis .Y seguramente para tirar balones fuera atacan obsesivamente por el lado de la lengua creando un problema artificial lejos del interés general del pueblo catalán o para ocultar que Barcelona ayer se colapsó por las protestas de los médicos.

Hace poco  el exhonorable Pujol regañaba a Buenafuente por no decir “gilipollas” en catalán, reprochándole que utilizara el término “gilipollas”, en lugar de ‘txitxarel-lo’, ‘gamarús’, ‘capsigrany’ o ‘poca-solta”, arengando, de paso, a los catalanohablantes a “responsabilizarse cada uno de la defensa de la lengua”. “Hemos de levantar la moral de la gente. Yo no me pienso rendir y seguiré luchando, porque sigo pensando que esto tiene salvación”,” Hay que salvar el catalán” y para ello hace falta un gran sobreesfuerzo”.

Si hace poco decía esto ayer sin mas, criticaba en un artículo en el Centro de Estudios que lleva su nombre, la existencia de un clima de renovada hostilidad en el ámbito español que altera el equilibrio «ya difícil entre el catalán y el castellano”, hablando además de un nuevo peligro: la inmigración procedente de Sudamérica que «habla castellano». Ejemplifica su teoría con una anécdota personal: el expresidente de la Generalidad cuenta que, en un bar, un camarero le reconoció y se quejó de que «no había plantado bastante cara en Madrid en un tema concreto». El camarero increpó al político catalán : «siempre os bajáis los pantalones».

Entonces, «entra un negro» y le pidió al camarero, en catalán, que le sirviera un café cortado. Este le respondió en castellano «enseguida voy», y Pujol se indignó: «Te permites increpar en tono chulesco al presidente de la Generalidad , le acusas de poco catalanista y ahora no aguantas el catalán ni medio segundo en este cliente que te ha hablado en catalán». «El adjetivo final que le apliqué me lo callo»

Quim Monzó , escritor y periodista, denuncia que algunos jóvenes catalanes “quieren ser cosmopolitas y eso significa hablar mal y advierte del “empobrecimiento” que está experimentando el catalán en la calle y en los medios de comunicación, al adoptar cada vez más expresiones del castellano. Ha alertado de que la lengua catalana va camino de convertirse en un dialecto del castellano e  insinuado irónicamente sobre la posibilidad de multar a los periodistas que cometan errores con el lenguaje: “Yo me apuntaría a recaudar el dinero. Nos forraríamos tanto que ya no haría falta ni la nueva financiación”.

O Nebrera riéndose del acento andaluz de  Magdalena Álvarez:

“Tiene un acento que parece un chiste… Es un problema de comunicación, se aturulla y hace un lío, y claro, yo que algunas veces cuando llamo a Córdoba me cuesta entender porque no estoy acostumbrada a escuchar el acento andaluz…], imagínate cuando además hay un problema de comunicación.”

Y ayer sin ir más lejos Artur Mas, presidente de la Generalitat enciende los ánimos de andaluces  a costa de una desafortunada defensa de la inmersión lingüística. Ayer decía a Rivera, presidente de Ciutadans, que le había exigido el cumplimiento del auto sobre el bilingüismo: «Estos niños y niñas sacrificados bajo el durísimo yugo de la inmersión lingüística en catalán sacan las mismas notas de castellano que los niños y niñas de Salamanca, de Valladolid, de Burgos y de Soria; y no le hablo ya de Sevilla, de Málaga, de Coruña, etcétera, porque allí hablan el castellano, efectivamente, pero a veces a algunos no se les entiende. A veces no se les acaba de entender del todo pero hablan castellano, efectivamente. ¿Dónde está el problema?»

El problema, evidentemente, está en estos políticos que confunden sus intereses mezquinos con los de Cataluña, una de las regiones más prósperas de España.

 

 

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