A propósito del Papa Francisco

 Si se han escrito centenares de miles de páginas sobre el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, el nuevo Papa, que lo ha sido por las votaciones de al menos 77 componentes del colegio cardenalicio, inspiradas estas por el Espíritu Santo, el mismo que le dio a los primitivos apóstoles el don de lenguas, también podemos dar nosotros la nuestra personal, acompañada de algunas elegidas al azar, que resultan como poco pintorescas, y en el caso de José Fernández de la Cigoña, el especialista de religión de La Gaceta, sobrecogedoras, ya que decía del nuevo Papa unas horas antes de ser elegido: “ Y a ese ser de mirada torva, conducta cobarde y propósitos dudosísimos alguno nos lo presentan como el nuevo Papa deseable. ¡Qué Dios salve a su Iglesia! Porque de Bergoglio, y no es ejemplar único, nada se puede esperar”. En qué manos están los devotos de La Gaceta…, decimos nosotros.

Así, de entrada, nos parece que el nuevo Papa tiene buena pinta. Gracias a Dios – y a que el partido de Champion del Málaga CF comenzaba a las 9 menos cuarto de la noche- pudimos ver la salida de la fumata blanca desde tan artesanal chimenea y la primera aparición pública del Papa Francisco, siendo además la primera vez que tomábamos contacto visual con la persona de Jorge Mario Bergoglio. Y la verdad es que la espera no defraudó porque desde el principio los primeros gestos del nuevo Papa fueron novedosos, rompedores, ya que salió “ a pelo”, investido de una simple sotana blanca, con un cuello ancho, sin la vistosa muceta roja, con una sencilla cruz en lugar de  la cruz pectoral de oro habitual entre sus antecesores, no levantando los brazos llamativamente, como Benedicto XVI, sino saludando tímidamente con la mano derecha.«Fratelli e sorelle, buona sera»«Hermanos y hermanas, buenas tardes», con el humor saliendo de sus primeras palabras con las que se ganó a la multitud: «El Cónclave tenía el deber de dar un nuevo obispo a Roma. Da la impresión de que mis hermanos cardenales hayan ido a buscarlo casi al fin del mundo… Pero estamos aquí… Gracias por la hospitalidad» y a los cardenales: “tenéis que pedir perdón a Dios por lo que habeis hecho”; su humildad, no sabemos si la calculada de los jesuitas, de inclinarse en el balcón para decirle a los fieles: «Antes de daros la bendición os pido un favor. Antes de que el obispo bendiga al pueblo os pido que vosotros recéis al Señor para que me bendiga». Y tras sus palabras, que fueron recibidas con un fuerte aplauso, se inclinó durante unos instantes ante los congregados enla Plaza de San Pedro tras insistir: «Hagamos en silencio esta oración de vosotros por mí», antes de dar su primera bendición «Urbi et Orbi» Y siguieron sus novedosos gestos al día siguiente, como no coger el coche oficial y si el autobús junto a los demás cardenales para ir a Santa Maríala Mayor, o en la residencia donde se alojaba, recoger su maleta y abonar la cuenta… No sabemos si continuarán estas democráticas prácticas, si la Corte vaticana acabará engulléndolo y estarán dándole barniz a la silla gestatoria o pidiendo un nuevo modelo de papamóvil…

 Muchas buenas sensaciones, las mismas que no daba a algunos que decían conocerlo, como  a  José Fernández de la Cigoña, que actualmente es especialista religioso de La Gaceta, pero que en  2009 decía  del cardenal Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires: 

“Creo que Bergoglio tiene otros defectos mucho más graves. Y comentaré dos. El primero es que es el dictador de la Iglesia argentina y, como tal, ha impuesto una jerarquía absolutamente mediocre. Que está hundiendo a aquella Iglesia. No es un dictador para el bien sino para el mal. Y esa es una inmensa responsabilidad suya. Hacen falta muchísimos años para recomponer un mal episcopado. En España hemos sabido no poco de ello. Bergoglio está dejando el campo de la Iglesia argentina cubierto de sal. Y así va a quedar por mucho tiempo. Además tiene una proclividad verdaderamente alarmante al sincretismo relativista. El mezclarse con judíos, protestantes, masones… le gusta más que a un tonto una tiza. Y la gente termina pensando que todo vale si al cardenal le vale. La fotografía con la que ilustro este artículo [considero innecesaria la reproducción. JMI] con el cardenal de rodillas, recibiendo una bendición o una imposición de manos o lo que sea de una pastor evangélico, con la presencia complacida del P. Cantalamessa me parece especialmente miserable. Y esos actos son los que deben hacerle feliz pues se presta a ellos encantado”.

Y ya Papa, el cínico De la Cigoña, afirma de Bergoglio de una manera vergonzante del mismo hombre:

  “Temprano, se acercó el Papa a Santa María la Mayor para venerar a la Virgen. Le llevó un ramo de flores. Llevaba muceta y naturalmente no acudió en transporte público (…) Por la tarde misa en la Sixtina con todos los cardenales electores. Hermosa misa (…)  Destacaría dos cosas que me parecieron de verdadera importancia. Su homilía y su recogimiento. La primera verdaderamente extraordinaria. Breve, bellísima y con muchísimo fondo. El caminar, construir y confesar, si ese es el programa de su Pontificado, difícil podría ser mejor. La Cruz de Cristo, el demonio…, me pareció perfecta (…) Y llamativo también su recogimiento, su unción, en la celebración. No era un acto rutinario a fuerza de repetido. Verdaderamente se le notaba ante Dios, con Dios”.

Pero no se pierdan las palabras del neovaticanista Hermann Tertsch que afirma con su ironía habitual que los enemigos de la iglesis no deben olvidar que en Vaticano “hay mucha gente que cree en Dios. Y en Jesucristo. Y en el verbo sagrado (…):

 “Se les olvida con frecuencia a vaticanistas aficionados como a los enemigos más devotos de la Iglesia, que ahí dentro hay gente, mucha gente, que se cree lo que predica y lo que hace. Y cree en la vida que vive para su fe, para la Iglesia y los demás. Que hay allí mucho trasiego de poder y dinero, que está la banca y el comercio de bulas y recomendaciones tan activo como en tiempos de Lutero. Pero se les olvida que además de eso, hay allí mucha gente que cree en Dios. Y en Jesucristo. Y en el verbo sagrado (…) Que esa gente de púrpura y los decenas de miles de hombres y mujeres que dedican su vida a la Iglesia creen en ese mensaje que arranca tanta sonrisa condescendiente a gran parte del hombre moderno educado sin Dios. Creen en ese mensaje que desde que lo propuso aquel judío de Galilea ha sido imbatible. Con su osada vocación de amor incondicional al prójimo, es más, también al enemigo. Y de perdón, de compasión, concordia y solidaridad, de respeto a todos los humanos sin distinción, de paz, de mansedumbre, de amor a la verdad, de humildad”.

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