Año Nuevo, prácticas viejas

Nos fijamos en dos: se reanuda el juego de las banderas en la región vascongada con el cambio de gobierno (ahora del soberanista PNV, de Sabino Arana) y el obispo de Córdoba Demetrio Fernández hablando del  feminismo radical extendido en las escuelas.

Ha faltado tiempo en Ajuria Enea para dar las órdenes de que comience a retirarse la bandera del Estado, obligatoria según la ley, de algunas comisarías de la Ertzaintza como las de Eibar, Zumarraga y Beasain en Guipúzcoa o la de la macrocomisaría de Erandio en Vizcaya. Y empieza el juego del despiste: el departamento de Seguridad del nuevo Gobierno vasco afirma que no se ha dado orden de retirada de ninguna bandera y que la consejería está cumpliendo la normativa legal establecida en materia de banderas y símbolos (los sindicatos afirman que ha sido un responsable de Recursos Humanos ha sido el que ha comunicado en estas comisarías la decisión de retirar la enseña española del interior de los edificios.).

Me quedo con este comentario carlosherreriano escuchado esta mañana en Onda Cero: “Si en las comisarías de la Ertzaintza no se cumple la ley, mal pueden después esos agentes hacerla cumplir a los demás. En fin, estos sinvergüenzas (refiriéndose a los actuales políticos), ya empiezan a hacer de las suyas…”

Y qué decir de monseñor Demetrio, que a principios de 2012 afirmaba que  “algunas escuelas de Secundaria, dentro de los programas escolares, incitan a sus alumnos a la fornicación,  de la que  hay que huir», incitación que hace extensiva a los medios de comunicación, al cine, a la televisión. En esa  carta semanal explicaba que “la “fornicación” significa “una sexualidad desorganizada” y que esto es “como una bomba de mano que puede explotar en cualquier momento y herir al que la lleva consigo”. ¿Solución? “La castidad,  la virtud que educa la sexualidad haciéndola humana y sacándola de su más brutal animalidad”.

Y sin dejar a un lado su obsesión por el sexo ahora carga  contra ‘la ideología de género que destruye la familia’ , hablando de un «feminismo radical extendido en las escuelas y que hace un daño tremendo a niños y adolescentes»

Advierte que «la ideología de género destroza la familia, rompe todo lazo del hombre con Dios a través de su propia naturaleza, como es el sexo con el que se nace, sitúa al hombre por encima de Dios, y entonces Dios ya no es necesario para nada, sino que hemos de prescindir de Él, porque Dios es un obstáculo para la libertad del hombre».

Todo esto lo afirma en su carta semanal en la que alude a la frase de Simone de Beauvoir , pareja de Jean Paul Sartre: «Mujer no se nace, sino que se hace», que, a su juicio, «expresa que el sexo es aquello que uno decide ser», de modo que «ya no valdrían las ecografías que detectan el sexo de la persona antes de nacer».

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