Careo entre Miguel Carcaño y Samuel

antonio del castillo mirando a los acusados

Audio: Escucha íntegro el careo entre Miguel Carcaño y Samuel

 Con el lluvioso día que invita a la meditación sobre la realidad circundante y sobre el momento emocionante en que un tal González Pons puede formar  parte de la guardia pretoriana que va a regir nuestros destinos, incluidos los de millones de españoles sumidos en la idiocia un millón de imbéciles socialistas al parecer van a votarlo- uno no se harta de postear.

 Uno de ellos, el último, espero, dedicado de nuevo a los etarras que han prometido dejar de matarnos quién sabe si para siempre: los padres que tienen hijos en los colectivos más amenazados están particularmente contentos. Pero dejo la voz a uno que los conoce muy bien por haber vivido un tiempo en su territorio, el periodista Pablo Ordaz, ahora en tierras vaticanas e italianas, que escribe en El País este emotivo artículo con su maestría habitual, “Adiós, mafiosos, adiós”…

He aquí uno de los párrafos:

 “Si algún día de estos, mareados por la lógica alegría, se olvidan de quiénes eran y a qué se dedicaban los tres pulcros encapuchados que salieron ayer en televisión, llámenme y charlemos. Ahora estoy en Roma, pero tengo buena memoria y aquí el café es excelente. Es verdad que no retengo demasiado bien las fechas, pero sí las caras y los olores. Las caras de Alberto y de Asen, por ejemplo. Regresaban de madrugada a su casa de Sevilla cuando un terrorista los mató a los dos, dejando a tres niños solos para siempre”

 Y al juicio por Marta del Castillo en el que se ha producido un careo que podrán escuchar en el audio– entre Miguel Carcaño y Samuel en el que el asesino confeso intenta desmontar la coartada del que fuera su amigo íntimo: «Entonces eras más listo que yo. Por eso estoy en prisión y tú en la calle».

 “Lo único que te quiero decir es que digas dónde está Marta, además te veo muy pasota”

 Samuel le responde:

 “Primero quiero decirte que se cree el ladrón que todos son de su condición, explícame quién se va a creer que una persona se va a prestar a ayudar a otra que ha matado a otra persona”.

“Yo estaba en Montequinto con mis testigos, tú dices que yo fui a tu casa con un coche que te has inventado. Yo presentaré mis pruebas a lo largo de este proceso”.

Carcaño: “Tú dices que fuiste a mi casa en autobús, pero no tienes los tickets. Yo estoy intentando demostrar que ese día viniste a mi casa en coche y no en autobús”. “Tú apagaste el móvil, tú entonces eras más listo que yo. Por eso yo estoy en prisión y tú estás en la calle”

 Samuel : “Sí, y yo soy Forrest Gump o el primo de Forrest Gump, que tardo cinco minutos desde Montequinto hasta tu casa”. Y dirigiéndose al juez : “Señoría, perdone usted, es que me hierve la sangre con acusaciones falsas como estas”

 Y de nuevo a Carcaño: “A tí no tengo que explicarte nada, se lo tengo que decir al señor juez y a sus compañeros”.

 Y de nuevo al juez: “Sólo digo que en este país es fácil acusar sin aportar pruebas, pero yo las aportaré para mi defensa”.

 Fin del careo de cinco minutos. Samuel, muy nerviosos todo el tiempo se santiguó al volver al banquillo.


 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *