Distintas miradas a ETA

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                                     Omar Jerez muestra en el País Vasco las consecuencias de la doctrina racista de Sabino Arana

 Arcu ha hecho su particular homenaje a este héroe de nuestro tiempo

ETA no acaba de salir de nuestras vidas. Siempre hay quien nos la recuerda aunque sea de forma estrambótica, caso del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, que ha relacionado  el aborto con el terrorismo de ETA en una rueda de prensa convocada para dar detalles de una operación contra la banda en la que han sido detenidos seis presuntos miembros en Francia. El ministro, de misa y rosario diarios, el que vela por la seguridad de los españoles sigue confundiendo churras con merinas, culos con témporas…

Claro, la culpa la han tenido los periodistas que le tienden un anzuelo al preguntarle por el aborto durante la conferencia de prensa sobre los capturados de ETA:

– Son dos temas muy diferentes, unque tienen algo que ver, pero no demasiado… ¿?

Habría que decirle a este ministro tan beato que con las cosas serias no se juega, aunque también tiene palabras cristianas para los homosexuales cuyos «no garantizan la pervivencia de la especie».

De ETA también nos ha hablado este fin de semana, valiente y coherentemente, el artista .Omar Jerez    osando presentar por las calles de San Sebastián las consecuencias de la doctrina racista de Sabino Arana. Hazaña que no ha pasado desapercibida para el blog de EQM del que dice en Omar Jerez y esas miradas, Miradas vascas:

 “Terrible y necesaria esa representación de la miseria humana de los asesinos de ETA llevada a cabo por Omar Jerez por el centro de San Sebastián. Contemplo el vídeo, lleno de antológicas miradas y reacciones de la ciudadanía vasca y, más tarde reflexiono sobre la foto que infra aporta Santiago González. No tengo palabras.  Me quedó pensando y pensando qué pensará la niña que mira a Omar…

 Quizás la única mirada inocente.

¿Cómo es posible que a estas alturas alguien dude de esa extraviada mirada de la sociedad vasca?

El silencio de los corderos. Sí. No me gusta recordar la foto del año 2008, que, hecha por Mitxi y procedente de la portada de El Mundo 041208incorporé a mi blog, con caracter permanente, el 5 de diciembre de 2008. La tiene ahí, justo a la derecha, pero también aquí:

‘el bar y esa cuadrilla que, sustituído el asesinado, D. Ignacio Uria, sigue jugando la partida habitual de tute. Sí, los habituales compañeros de partida de la víctima, muy poco después del mortal atentado. El segundo por la derecha sustituyó al empresario.’

La impresionante foto de Mitxi, llena de inhumanidad social, se mereció una riada de gloria. Esa foto. Esa terrible foto con las miradas perdidas de a mí que me registren. Devastadora. Porque graba a sangre y fuego no ya el rostro de la libertad del miedo. Tampoco un comportamiento amoral. Estamos hablando de inmoralidad. Con el agravante de la tribalidad convertida en perversión social.

Esa tremenda foto, puesta en portada es como un grandioso y terrible espejo en el que, necesariamente, se reflejan los integrantes de la cuadrilla y, también, nos reflejamos todos. Porque no se puede jugar sin ánimo. Una simple hemorroide en día de gloria ya no permite el juego al sufridor. Hay que tener muchos cojones vascos para echar una partida en un momento así. Aunque sea al tute.

Que si un homenaje lúdico. Que si era uno de los nuestros y otras impudicias. Alguien comenta, muy acertadamente, que de haber fallecido de muerte natural esa partida se habría suspendido para acompañar a la otra, la del difunto. Pero no era el caso. Aún se olía en el Saloon el humo de las pistolas y el relinchar de los caballos, espoleados por los vaqueros asesinos…

El Alcaide, Sheriff y coros, a lo lejos, en las afueras del poblado, cariacontecidos, a buen recaudo, lamentando el estropicio…

Y que conste que no me conformo en señalar al vecindario del norte. También me miro a mí y a todo el resto de la sociedad española, que lleva años con el vergonzoso consuelo de que las víctimas son otros, qué mala suerte, porque así tranquiliza su conciencia por todo lo que pudo hacer, puede hacer, y no hizo ni hará.

Qué complicada es la democracia… entre asesinos.”

 También glosa el momento Santiago González en El Mundo y en su blog, 030513.

 “El hombre que ocupa el centro de la foto es un artista. Se llama Omar Jerez y ha puesto en escena en  la mismísima capital de Bildustán una performance. Maquillado como un superviviente de una explosión, recorre la geografía negra de San Sebastián con un bulto en lo brazos que simula ser un cadáver. La foto está tomada por Keila Morcillo, hija del sargento dela Policía Municipalde la ciudad, Alfonso Morcillo, asesinado por ETA el 15 de diciembre de 1994.

En la foto, Omar pasa con su carga por la calle 31 de Agosto, frente al barLa Cepa, donde ETA volvió a asesinar 40 días más tarde, esta vez a Gregorio Ordóñez. Omar Jerez sabe lo que es esto. Sus padres fueron un terrorista palestino y una judía sefardí.

El gesto del artista no es sólo una muestra de coraje cívico. A él no se le cruzó ningún secretario del alcalde, como Josetxo Ibazeta a aquellos jóvenes que celebraban el triunfo de la Selección Españolaen el Campeonato de Europa, diciendo: «Voy a sacar la pistola y te voy a pegar dos tiros». Sólo las miradas ovinas y la pasividad de una ciudadanía dimitida de sí misma desde hace décadas. Mi querido Ignacio Camacho lo explicaba perfectamente en su columna de hoy. En esta frase:

«Los que jamás se conmovieron ante el crimen real poco podían inquietarse ante un simulacro.»

En esta casa hemos insistido algunas veces en la necesidad de un relato. Era exactamente esto. Alguien debería invitar a Omar Jerez a terminar su paseo en el hemiciclo del Parlamento vasco en el momento en que la portavoz de EH Bildu explica lo de las víctimas políticas”

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