Don Bernardo, donde dijo Digo dice Diego (9)

 

 

 

 

De los diez post que íbamos a dedicarle a la movida que se organizó en Madrid el pasado treinta de enero por simpatía una iba dedicada a las declaraciones del obispo de Tenerife, don Bernardo Álvarez. Los que habitualmente hojean estas líneas sabrán que ya van ocho, la siguiente va dedicada a los seglares famosos que intervinieron en aquella manifestación, y en décimo lugar, el obispo insular.

Pero el efecto Gallardón y estas declaraciones han hecho que se cambien el orden y las fechas.

No sabemos la edad del prelado pero aquellas manifestaciones que hizo hace menos de un mes provocaron una gran escándalo por la entidad de los asuntos que trataba con gran frivolidad entre los que destacaba el tratamiento que le daba al abuso de menores, en el sentido de que muchas veces estos, con gran malicia provocaban a los mayores, se les ofrecían como señuelos para la obtención de favores económicos o simplemente para dejar al descubierto las humillantes inclinaciones de algunos mayores.Incluso daba a entender cierta relación entre la homosexualidad y la pedofilia, tan extendida en algunas diócesis de Estados Unidos que han entrado literalmente en bancarrota debido a las fianzas millonarias que han tenido que poner a la palestra.Seguramente en algunos casos habrá habido comportamientos delictivos entre los menores, no tenemos más que recordar el caso Arny, pero, aunque todo el mundo merece el beneficio de la duda siempre el más débil será el menor y más en estos tiempos que arrecian los abusos, malos tratos y desapariciones de menores.

Por ello son bienvenidas estas sus palabras de rectificación: no quiso decir lo que dijo ni tampoco el alcance de sus declaraciones, que por lo visto lo habían llenado de nerviosismo al ver el efecto que habían tenido. Parece que ignora que lo que dice el obispo de una isla, y Periquillo el de los Palotes, se sabe en todo el mundo al segundo.

De todo este embrollo ha salido, según sus palabras, gracias la fe y al apoyo de sus fieles en forma de cariño, oraciones y SMS.

Pero sus palabras finales no dejan de producirnos cierta desazón porque no aclara si sigue pensando lo mismo de algunos temas o de algunos colectivos:

«A partir de ahora mediré mucho mis palabras cuando se traten temas tan sensibles. El lenguaje de la Iglesia es para todos, no sólo para los católicos, por lo que se puede crear una confrontación de opiniones».Hay gente que no está de acuerdo con lo que dije y lo respeto porque eso forma parte de la libertad de expresión».

¿Es esto una retractación?

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