El arzobispo de Granada, un pastor de cuidado

javier martinez, arzobispo de granada

 El domingo, en su homilía en la abadía del Sacromonte de Granada no tuvo su día, aunque al parecer y,  tirando de hemeroteca, demasiadas veces no “ha tenido su día”, – esta es una opinión del profano que lógicamente no compartirá ni Kiiko Argüello, ni los movimientos neocatecumenales, ni La Razón,  ni la derecha más rancia. Tampoco es para ponerse al lado de la revista satírica El Jueves que en una ocasión lo premió con el título de “gilipollas de la semana” por “decir, básicamente, que a una mujer que aborta bien se la puede violar sin cargo de conciencia”

Él sabrá por qué se mete en algunos berenjenales en los que, con toda seguridad, no encontraríamos a prelados como el cardenal Amigo,  algunos tan impresentables como cuando fue condenado por el Juzgado de lo Penal número 5 de Granada al pago de una multa de 3.750 euros por un delito de coacciones y una falta de injurias contra un sacerdote derivada de las «imputaciones genéricas» y «deliberadamente imprecisas» que hizo contra el sacerdote al acusarle de una apropiación indebida.

Ahora se ha referido a la situación social española censurando a quienes «siempre» buscan que otros les solucionen sus problemas o que abran una empresa donde poder encontrar un trabajo”:

«Hay que cambiar la mentalidad de ser un pueblo subsidiado, que siempre busca la solución en que me solucionen otros el problema», «Un porcentaje muy alto, cercano al ochenta por cierto, de los chicos busca ser funcionario. Eso es una enfermedad social» ¿Soluciones? “un «cambio de cultura,  una cierta capacidad de riesgo que sería necesario recuperar como signo de la identidad cristiana”

En otra ocasión comparó la  reforma de la Ley del Aborto con el régimen de Hitler, alegando que los crímenes nazis no eran tan repugnantes como los que permite cometer dicha ley., “la mujer que aborta mata a un niño indefenso y, por tanto, «da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar»de su cuerpo”

En otra homilía recordó la epístola en la que  San Pablo insta a los Corintios a huir «de la fornicación», carta que en la actualidad tiene plena vigencia porque “la incitación a la fornicación es continua en los medios de comunicación, en el cine, en la televisión, incluso hasta en algunas escuelas de Secundaria, dentro de los programas escolares», a pesar de lo que, y siguiendo las curiosas teorías de su colega de Córdoba,  monseñor Demetrio Fernández,  «es posible llegar virgen al matrimonio, aunque el ambiente no sea favorable», así como que «es posible ser fiel al propio marido, a la propia mujer».
Sin salir del ámbito sexual, el arzobispo de Granada cree que el uso masivo de los preservativos no ha detenido los contagios del virus del sida en Africa, sino que lo ha propagado, una realidad que, a su juicio, está «perfectamente constatada». ¿Culpables?
«los mismos que degradan sin cesar y sin límite nuestra propia humanidad y la dignidad de nuestro pensamiento cuando deciden promover entre nosotros la banalización absoluta del uso del cuerpo humano y del sexo,  los mismos que consideran que «a cualquier cosa, incluso constitutivamente estéril, se le puede llamar matrimonio» o aquellos que piden mil controles para obtener un antibiótico pero suministran a los menores sin que sus padres lo sepan, sin rechistar y todas las veces que haga falta, una píldora abortiva».

Amén. No todo es tan simple como lo ve don Javier Martínez.

 

 

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