El candidato Guardiola

 Ayer no más –Andrés Trapiello tiene una novela con este nombre- les contaba que el representante del Estado español en la región catalana, de nombre Artur Mas, se está sacando de la chistera, al modo de Ibarretxe, un plan en el que aparece la convocatoria de un  referéndum independentista para el próximo 11 de septiembre, el día en el que se celebra la Diada, una convocatoria que se haría antes de terminar este año. A continuación Mas convocaría elecciones plebiscitarias, que se celebrarían en la primavera de 2015, a la que Mas se presentaría comandando una gran lista de concentración nacional, con Oriol Junqueras de número dos, y Pep Guardiola como ‘número tres’

 Lo han leído bien aunque ya lo venía anunciando desde Nueva York, desde su retiro dorado, y ahora desde Munich, donde está ejerciendo su magisterio como entrenador de fútbol –será difícil que mejore los resultados del anterior entrenador- mediante entusiastas llamadas, vía plasma o vía skype, a pedir la  independencia en las distintas concentraciones, la última la Vía Catalana, que no sabemos si pasó por la Vía Layetana, organizadas por los salvadores del antiguo condado del Reino de Aragón al que, según dicen, Madrid roba.

 A lo mejor aspira a ser ministro de deportes del futuro estado europeo –uso las minúsculas para los futuribles- quien tanta gloria dio a España como futbolista con cuya oprobiosa selección  ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1992, participando además en el Mundial de 1994 y la Eurocopa 2000. En total lució en su dorsal el escudo de España, 47 veces, baldón que difícilmente podrá borrar de su currículo.

 Creíamos que, en general, era un tipo que suscitaba simpatías, pero fíjense que enemigos se está buscando: nada menos que el correoso  Federico Jiménez Losantos, que le ha dedicado unas líneas – Guardiola y diez más– donde lo pone como chupa de dómine:

 “Es uno de los hipócritas más vanidosos que ha producido en los últimos años una sociedad tan enferma de hipocresía (véanse Pujol, Duran, Godó) como de vanidad («Espanya ens roba», dicen los peores gestores de Europa; «somos los que más pagamos y menos recibimos», dice Homs, y son incapaces de pagar los intereses de lo que el FLA -España- les presta).

 Ya habrá ocasión de ser el candidato de unidad (ante todo unidad, nunca singularidad, siempre tribu, pueblo, manada, club) en la lista siguiente o en la siguiente de la siguiente.

 Yo creo que con el jabato de la Moncloa y el velocista de la Zarzuela la ocasión la pintan calva, o sea, Pep; pero los líderes cambian, España es imprevisible y, por poco que sea, siempre será mucha España. Lo normal, pues, es una alineación conservadora, con Pep y diez Mas, o sea, Junqueras, Nadal, Maragall et alii. De momento, jugarán Peret, Llach, Dyango y otras patums. También esos humoristas de la cantera de TV3 que se han hecho ricos en las colonias sin dejar de halagar a los capos de la metrópoli, modelo Buenafuente. Pero con el árbitro en el bolsillo -Rubalcaba, trencilla del Colegio del Derecho a Decidir- la lista electoral será la alineación eterna del Barça, o sea, Guardiola y diez más: Xavi, Piqué, Rexach”.

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