El Mocito Feliz

Es una de las cuestiones sin resolver que tiene la nación española, comparable en complejidad a aquellas que se plantean los politólogos de cómo puede funcionar un país fragmentado en 19 autonomías. Cuestión inquietante pues se trata de averiguar cómo un ser corriente le disputa a la divinidad el don de la ubicuidad, que según nos enseñaron en la escuela -entonces no había profesores de religión, esas doctrinas las impartían los enciclopédicos y sufridos maestros-, es una de las características del Ser Superior. Y ese osado es el Mocito feliz que es ubicuo per se: basta que Isabel  Pantoja dé un concierto en Albacete para que El Mocito esté detrás chupando cámara o que a Pitita Ridruejo se le haya aparecido la Virgen para que el Mocito Feliz le esté haciendo la competencia a la esposa de San José.  Ayer  tarde sin ir más lejos le vi haciendo guardia a la entrada del hospital Parque de San Antonio de Málaga: había parido Chabelita, hija de Isabel Pantoja, un nuevo pantojito:  había elegido para nacer, lo cual no es poco, la Ciudad del Paraíso.

Le pregunté admirativamente cómo se las arreglaba para estar en todas partes. Sólo me contestó quizá de una manera inconexa:

–          Y eso que usted no me ha oído cantar…

Lo cierto es que el Mocito siempre aparece detrás de personajes que son noticia en el mundo del corazón. Seguimos ignorando en qué hoteles dormirá nuestro Mocito o en qué medios de locomoción recorrerá de punta a punta la España del corazón, dónde tendrá su base de operaciones, de qué base de datos se servirá que, desde luego, poco tiene que envidiar a las fuentes de información del CNI o de la CIA y la pregunta clave: ¿Quién le subvenciona su aparentemente gratuita actividad, a un personaje cuyo medio de vida está supeditado a la venta de La Farola o similares?

De lo que si estamos seguros es de no haberlo visto jamás detrás de ningún político: el olfato del Mocito le dice que no suelen ser personajes que susciten demasiado interés. Lo que no hay que descartar es que algún día los políticos, sobre todo en períodos electorales, se aperciban de su tirón y lo incorporen como reclamo para sus mítines.

One comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *