El rostro compungido del Rey

El Rey

 

 Yo diría que el Rey presentaba un aspecto compungido, el rostro de una persona septuagenaria que en los últimos días ha padecido un intenso sufrimiento físico post safari – fractura de cadera, largo viaje, una traumática operación- y el dolor moral que puede ser más intenso por la airada reacción popular ante su desmarque personal de la brutal crisis en que está sumida una gran parte de la población. Toda una frivolité que ha sido descubierta por pura casualidad… Cualquiera puede pensar que el noble gesto del Rey ha sido motivado porque se ha dado cuenta de que esta vez la cosa va en serio: nunca ha estado la monarquía tan cuestionada. Y también hay quien dirá que a buenas horas mangas verdes, cuántos safaris no habrá hecho en estos últimos 40 años en que habremos pasado crisis de todo tipo.

 Seguramente a partir de ahora practicará menos el arte cinegético, amén de otras prácticas que le atribuyen de manera insidiosa, no porque en esta ocasión le hayan pillado con el carrito de los helados, sino porque su cuerpo lleva ya ocho operaciones y las próximas primaveras que cumpla serán 75. Tampoco queremos verlo como a nuestro Dictador , al que le ponían las mejores piezas a tiro o los salmones o bacalaos más vistosos, puestos bajo sus  reales por expertos buceadores.

Esto no es óbice para que pensemos que esa petición de disculpas le honra. No me imagino a Aznar pidiéndolas por aquella terrible guerra –sobre todo para la población civil iraquí- en que nos metió, o a Zapatero haciendo lo mismo después de haber estado negando la crisis durante tanto tiempo.

Después de esta introducción veamos algunas reacciones ante la súplica de perdón por parte del Rey a su pueblo. Las de todos los colores e intencionalidades. Desde el aserto de Nacho Escolar “Lo siento mucho, me he equivocado. No volverá a ocurrir. Aplaudo la disculpa pero me queda una duda: ¿qué es exactamente lo que no volverá a ocurrir?”,  al   peloteo desatado de algunos pasando por el irreverente José Mª Izquierdo, látigo implacable de la nueva acorazada Brunete, o  jinetes del amanecer, por otro nombre la fiel  infantería, haciendo  bromitas con su Rey, a la sazón Jefe de Estado: “Las disculpas del rey acaparan todas las primeras páginas. Como una sola mujer o un solo hombre, los medios se han dado la manita y ahí tienen ustedes ese airoso corro de la patata en torno a don Juan Carlos. Así que, ¿hubo alguna vez once mil elefantes en Botsuana? Es más: ¿Existe Botsuana? Y ya puestos, ¿el Rey tiene caderas? Pues por si acaso las tiene, hoy quizá un tanto inestables, y le interesan algunos ejercicios de recuperación, desde aquí le dedicamos a Su (Sentida) Majestad esta muy popular  coplilla: “Cuando todo vaya mal, mueve tus caderas, alante y atrás, alante y atrás, mueve tus caderas cuando todo vaya mal, mueve tus caderas una vez mas, una vez más”

En medio Losantos pasando de nuevo factura al Rey por haber recomendado supuestamente su relevo de la COPE, un rencor que le perseguirá hasta la muerte:

“No es el primer Borbón que se arrepiente en público. Ni el primero que miente arrepintiéndose”: “Ayer, el Rey obedeció a su señor, que no es el Altísimo sino el Bajísimo PSOE, y ofreció las disculpas exigidas por Rubalcaba, el del Faisán. El PP (Partido Pánfilo) ‘no quería entrar en polémica’ ni pedía disculpa alguna, así que la Izquierda ha vuelto a demostrar que manda en la Zarzuela. De ahí el benigno trato a las estafas de Urdangarin y sus secuaces todos. Dicen que Mariano se siente ‘aliviado’ por las disculpas del Rey al PSOE. Alivio suicida. Pero es impostura sobre impostura y engaño sobre engaño. El Rey ha dicho: ‘Lo siento mucho. Me he equivocado. No se repetirá’. ¿Pero qué es lo que siente? ¿Que se sepa que caza elefantes, que anda de aquí para allá con Corinna, que se deja invitar por un sirio saudí, que no avisa al Gobierno de lo que hace ni de dónde está? ¿En qué se ha equivocado? ¿En cazar elefantes, en pescar con Corinna, en ir en AVE de Medina a La Meca, en hacer lo que le da la gana con sus amigotes de cacería, en dejar recientemente que Corinna compre en Sotheby´s, a tocateja, el collar de esmeraldas de Aline Griffth, por un cuarto de millón de euros? No sabemos lo que siente ni en qué se ha equivocado, ¿cómo no se va a repetir esa sarta de escándalos si no nos dice de qué se arrepiente?”
¿Hemos acabado este in crescendo que nos deja sin respiración? En absoluto, que quedaba la moraleja: “Ahora bien, como tenemos una sociedad de bambis apenada por dumbos, los mismos que le pedían explicaciones resulta que estaban locos porque fingiera que se las daba y lo han perdonado con entusiasmo. ¿Pero qué le perdonan, si no sabemos de qué se lamenta? ¿Qué le aplauden? Eso sí está claro: el gesto de sumisión al PSOE, que ha sellado la ruina moral, no material, de la Corona en las últimas décadas. El pueblo español, generoso cuando debería ser severo, lo perdona de mil amores. ¿De qué lo perdona? De lo que sea. Nos encanta que nos tomen el pelo. Y así nos luce”.

Todo muy tremendo. Pero fíjense ahora en la mala leche de Maruja Torres acusándolo de exterminador de animales, incluso de su propio hermano: “el Rey ha ido dejando queridas viudas y huérfanos de la selva, la estepa y la sabana» «empezó a disparar muy joven, y que no se conocen errores desde aquel en el que se llevó por delante a su hermano».

Ahora veamos los casos de jaboneo, algunos como el de El Mundo, incomprensibles, cuando solo un día antes lo ponían a parir: «Cuando reinar consiste en saber decir: ‘Lo siento’», dice en la  portada.  «El Rey se confesó ayer públicamente (…) ya que no falta en su actitud ninguno de los cinco elementos que el Catecismo atribuye a este sacramento: el examen de conciencia, el arrepentimiento, el propósito de la enmienda, el decir los pecados al confesor [que, por cierto, que nosotros sepamos no los ha dicho], y el cumplimiento de la penitencia” “Dice el viejo refrán castellano que hasta el mejor escribano echa un borrón. Por ello, lo mejor es dejar de lado este incidente y conceder al Rey el margen de confianza que se ha ganado a pulso durante 37 años”. “La actitud de don Juan Carlos zanja la polémica y sitúa de nuevo a la Corona en el nivel de aprecio social que merecen sus servicios a España”.

Hay muchos más pero solamente, el fijo en estas lides, Carlos Dávila, que “acepta” la disculpa real al mismo tiempo que menciona a los republicanos estalinistas como Cayo Lara o los  jetas socialistas como Tomás Gómez:

“Por el bien de todos: excusa aceptada. En público, el Rey no podía llegar a más. Es un acto de contrición insólito en la historia de su Reinado. Insólito en un país en el que nadie, pese a sus fechorías (las terribles de Zapatero sin ir más lejos) ha pedido nunca perdón. No hay más gaitas: excusa aceptada. Don Juan Carlos, toda su Familia y su Casa saben que la trastada (literal y política) tardará tiempo en olvidarse y son conscientes de que ya ha tenido consecuencias. En todo caso, ni por un momento nos podemos alinear con republicanos estalinistas como Cayo Lara, o con jetas socialistas como Tomás Gómez. Esta Monarquía ha sido buena para España y seguirá siéndolo si el Rey de ayer es nuestro Rey; por tanto, debe rectificar errores a toda prisa y plantearse cuáles serán sus próximos (y buenos) pasos. Ya no hay lugar para más fallos. Se trata de rehacer el prestigio de la Corona y prescindir de todos cuantos la han cuarteado. Por cercanos que sean”.

 

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