Aunque el uso del zapato como instrumento de protesta es muy antiguo, recordemos los zapatazos de Kruschev en la ONU, como estamos en la aldea global, el incidente del periodista iraquí lanzándole los suyos a Bush, al grito de “Toma, perro” o algo parecido, y que le ha costado Al Zaidi, ser acusado, y a afrontar una condena de siete años, del delito de ataque a un jefe de Estado, se está extendiendo habiendo llegado incluso a la Comunidad catalana (Spain), en donde una vecina de Sallent (Barcelona) lanzó el sábado, sin llegar a alcanzarla, un zapato como protesta contra la secretaria de Vivienda de la Generalitat, Carme Trilla, en una tensa asamblea, de la que aparece una foto, en la que se afrontaba el problema del hundimiento del barrio de la Estación.
En Venezuela, como no podía ser de otra manera, Hugo Chávez se regodea del incidente en unión de una periodista venezolana, aunque en esta ocasión no ha dicho que Bush sea un alcohólico, lo que si dijeron unos humoristas de Juan Carlos en fechas recientes en uso de su libertad de expresión, según el tribunal que los juzgó.
En Ucrania, un periodista de origen ruso ha arrojado su bota contra un representante de la OTAN, emulando así a su colega iraquí.
De Jordania a Turquía, pasando por todo Oriente Próximo e incluso por algunos países asiáticos, miles de personas han exigido la liberación de Muntazar blandiendo sus zapatos como todo arma. En Beirut, hay quien ha visto pasear gente con el calzado colgando del cinturón. En Cisjordania, un acaudalado palestino ha ofrecido al periodista a su hija en matrimonio -sería un honor, aduce- y en el Líbano se dice que un conocido canal de televisión ya intenta contratar a Muntazar a cualquier precio: tanto, que ha prometido pagarle un sueldo por cada día que pase en prisión.
Está sirviendo de inspiración a rapsodas oportunistas para componer canciones y sobre todo la industria de los videojuegos se va a forrar con todos los que están sacando a diario, con el jugador, con el zapatazo dando y Bush esquivando.
Y ya estamos en la mismísima Casa Blanca en donde un grupo de pacifistas se concentró ayer para pedir la liberación del periodista iraquí , lanzando zapatos a un muñeco del presidente George W. Bush. Los activistas también llevaron varias bolsas de zapatos con los nombres de los ciudadanos iraquíes que han muerto en la guerra de Bush y que colocaron en hilera frente a la Casa Blanca. Suponemos que serían unos pares simbólicos porque ya en marzo de este año iban 4.000 soldados muertos en Irak, pocos, desde luego, en comparación con los 654.965 iraquíes también fallecidos en una guerra que hasta el propio Bush considera un error, “porque fue informado mal”, aunque otros líderes que lo acompañaron en la loca aventura no han dicho ni mu.
