Evolución de los trajes talares: Cañizares

 

El cardenal Cañizares y su capa magna ha motivado que se haya producido una ingente cantidad de comentarios no siempre favorables, la mayoría con tintes sarcásticos. Allá el cardenal  y su afición al boato con el que seguramente no comulgará el papa Francisco. Cañizares habrá hecho de su capa un sayo y  pensado que por qué no usarla si la hay. Seguramente en la tierra de los Camps, Rita, Fabra etc  no habrá chocado demasiado: además hace juego con el Ferrari con el que dieron la vuelta al circuito los inefables Camps y Rita. Esta introducción enlaza con lo que posteamos años atrás referente a la evolución de los trajes sacerdotales…

En estas  fotos observamos cómo ha ido evolucionando en la posguerra la ropa sacerdotal, desde el boato inicial cuasi tridentino seguramente inspirado por la euforia que provocó el final feliz de la guerra civil y en que la iglesia se alió al gobierno que salió de la misma formando lo que después fue definido como nacionalcatolicismo, seguramente buscando refugio en algo que la protegiera del  supuesto acoso de la  derrotada República-débil en el control de los desmanes contra sus miembros y bienes- en un reino que no es de este mundo mientras llegara el otro. Y hasta tal punto era esto cierto que los honores al Jefe del Estado pasaban por llevarlo bajo palio, el mismo bajo el que va en los días solemnes el Cuerpo de Cristo en la Custodia.

Evidentemente estamos ante una exageración de la Historia, que no se debe sacar del contexto de aquellos años tan próximos, pero ahí está y lo de la utilización del palio sin paliativos es un recurso fácil.Ya en la transición y con la arribada de los curas obreros, o de los curas comunistas, se fue dejando a un lado la vestimenta talar (la sotana debía llegar al talón, al igual que la mujer debería llevar la falda o vestido por debajo de las rodillas por lo menos una cuarta, en los años cincuenta, e ir provistas del correspondiente velo -¿qué hay de lo del velo musulmán?- o de unos manguitos cuando la dama llevara mangas cortas (de ahí su nombre). Recuerdo que nuestra hermana llegó un día escandalizada a casa porque una feligresa beata, seguramente una de las más escrupulosas de la moral y fervorosa -después ingresaría en un convento- le había tocado las piernas: no era un tocamiento lúbrico, fue para, mediante un toque fugaz y certero, comprobar si llevaba puestas las medias, que, evidentemente, si eran de color carne o de plexiglás, llegadas de Gibraltar, no se apreciaban a simple vista y menos en el atrio que solía estar mal iluminado.

En los años de la transición comenzaron los curas a vestir «de paisano» o  trajeados pero con alzacuellos. La sotana junto con los demás complementos litúrgicos se fue dejando para el rito de las celebraciones. Fue ya  en el nuevo milenio cuando ya es muy raro ver a sacerdotes con sotana a no ser los que están en edad provecta y han seguido fieles a sus comienzos. Es ya difícil conocer a los nuevos curas por su indumentaria,visten informalmente-muchos incluso llevan las cómodas bermudas veraniegas- y no son seguidores de las modas, aunque hace unos años hubo uno llamado Apeles que utilizaba indistintamente la sotana y el alzacuellos o elegantes ternos, seguramente comprados con los emolumentos que le producían  sus intervenciones en uno de los programas- basura de más éxito y con el presentador más inteligente. Después de todo hay que terminar diciendo que cada uno debe vestirse como quiera,siempre que no haga el ridícuo sabiendo todos como sabemos que el hábito no hace al monje.

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