Felipe Benítez Reyes: «Cada cual y lo extraño»

No está de más traer de vez el cuando al blog algo que se eleve sobre su temática en la que se mezclan asuntos tan triviales como la mendacidad, el cinismo y la hipocresía –términos muy relacionados- de parte de la clase política o judicial o el deterioro alarmante de la sociedad en cuanto a gustos televisivos: por ejemplo una mención –no me atrevo a decir reseña- del último libro de Felipe Benítez Reyes, Cada cual y lo extraño (Destino, 2013).

En este escritor siempre he admirado su humor fino e inteligente acompañado de pesimismo existencial. Recuerdo una frase suya en uno de sus relatos:” los muchachos salieron de excursión acompañados de sus pederastas”. Al parecer esta idea ya estaba configurada en su mente desde su más tierna niñez moldeada en un colegio de salesianos, como manifiesta en este libro. Desgraciadamente desde su colegio o de otro próximo ha saltado una desagradable noticia: “un juez ha ordenado el ingreso en prisión provisional del director del colegio de los Salesianos de Cádiz acusado por la policía de castigos corporales, tocamientos y amenazas a más de 40 alumnos del centro. La policía ha identificado a más de 40 supuestas víctimas del cura”.

El libro es un volumen de relatos que corresponden a cada uno de los meses del año donde aparece la infancia del autor a través de los Reyes Magos, los carnavales, el primer amor, las separaciones, el desconcierto, un crucero, noches de insomnio…

Uno de los que más me ha agradado ha sido el primero “El mago y los ojos” que tiene como protagonista a su propio padre que se disfraza de Rey Mago. Termina así:

 “Acabo de volver del hospital. Han pasado cuarenta años desde que mi padre fue rey. Por encima de la mascarilla de oxígeno he vuelto a ver sus ojos sin gafas: el mismo velo líquido, pero con el añadido de un terror de fondo. Un terror imagino que inconcreto: a la muerte, sin duda, pero quiza también a lo que ha sido su vida, a ese error minucioso y prolongado que ya no tien redención, al menos por lo que a mi rspecta, aunque eso sería otra historia

Durante años estuve pidiéndole a los reyes u  caballo de cartón. Durante años les pedí un juego de química. Durante años les supliqué una bicicleta de carreras. Nunca llegaron, y  aquello me convirtió en un niño desengañado o rencoroso, o tal vez ambas cosas. Ese mismo desengaño que he visto hoy en los ojos de mi padre. Ese mismo rencor que he visto hoy en los ojos de mi padre”

Prefiero que sea Andrés Trapiello, quien en su blog,  http://hemeroflexia.blogspot.com.es/2013/07/el-sur-y-3.html, les dé una visión crñitica y más especializada de la obra:

“Un libro de relatos, que como todo los relatos buenos suceden en ninguna parte y en todas, en ningún tiempo y en todos. Los relatos, se ha dicho, son el eslabón entre la poesía y la novela, pero han de ser más poesía que novela, si quieren conservar intacto el germen de novela que lleva en sí todo gran relato. Benítez Reyes, poeta y novelista, ha pensado para cada mes del año un asunto propio de ese mes; por ejemplo: el libro se abre en enero con un relato sobre los Reyes Magos y casi lo cierra, es noviembre, otro sobre el Don Juan Tenorio de Zorrilla. Menciono estos dos porque son para mí acaso dos de los mejores relatos no sólo de este libro sino de los que se hayan escrito en mucho tiempo, brazos de una horquilla en la que hay variados tonos y recursos de narrador y de poeta. El recurso del Benítez Reyes narrador es la amenidad y la intriga, el humor y el «dezir donoso»; el recurso del poeta Benítez Reyes… la poesía no tiene recursos ni trampa, se da de una vez, entera, sin trucos, y aquí la vamos a encontrar muchas veces.

(…) Cuando termina el libro, que hemos leído arrobados, con la sonrisa de los niños (si un relato no nos devuelve a la infancia, de qué sirve), cuando todo ha acabado, nos decimos como esos niños que han asistido a un drama de marionetas o a unos fuegos artificiales: ¿No hay más?
Sí, claro que hay más. Lo que se queda con nosotros, de vuelta a casa: la rumia, o sea la poesía.”

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