Feos, sucios, piojosos

[youtube]https://youtu.be/THK9PXI35P8[/youtube]

 

“¡Bienvenidos al infierno, piojosos!”. Una de las frases con que las SS recibían a los prisiones en los campos de concentración.

Ya sabíamos que los antisistemas bolivarianos podemitas eran antiestéticos. Nos lo había dicho Antonio Burgos, apuesto periodista de radiante belleza y sabia pluma:“¿Por qué las flequis son tan feas? Quieren que las echemos de España por horrorosas y antiestéticas”. Hoy sabemos que también deberíamos ahuyentarles de la vida política por guarros. La inmaculada periodista Pilar Cernuda asegura que en el nuevo parlamento apesta: “En el Congreso hace falta limpieza: la progresía no está reñida con el baño, con la ducha”. La atildada y enjabonada periodista Isabel San Sebastián ha insistido en esa línea estética progre, tan antihigiénica, enTVE: “tremendo, tremendo lo que hay por ahí (gérmenes). Con las rastas que había”. La acicalada y resplandeciente política Celia Villalobos ha ido un poco más lejos, y ha afirmado que le da igual que los nuevos parlamentarios “lleven rastas, siempre que las lleven limpias para no pegarme piojos”.

Feos y sucios. Así son los nuevos políticos. Esos que han invadido el sagrado Congresode los Diputados con sus greñas, sus mochilas, sus camisas de Alcampo, sus bicicletas y sus bebés apestando a Nenuco. Son el hazmerreír de la sede del poder popular, un lugar divino y exclusivo donde han aparcado sus coches oficiales, han recargado sus iPads y se han tomado gin tonics a tres euros, luciendo corbatas de seda y trajes de Armani, oliendo a Chanel y regüeldo de 5 Jotas, algunos de los mayores delincuentes de este país.

Feos, sucios y puede que hasta honrados. Burgos, Cernuda, San Sebastián, Villalobos y compañía se han puesto nerviosos, como buena parte de los diputados cavernícolas que hibernan en el Congreso, porque no están acostumbrados a convivir con semejante ganado. Ellos pueden compartir mesa y mantel, o confidencia y exclusiva, o subvención pública y partidita de Candy Crush, con una señoría como dios manda, implicada en un caso de cohecho, malversación, prevaricación, falsedad, estafa, fraude fiscal o blanqueo de capitales. Pero con un perroflauta feo, apestoso y honrado… Ni aforados.

Así está la política. En pleno proceso de reconversión, a la espera de que los aviones deMedio Ambiente fumiguen con Salfuman un Congreso de los Diputados enmohecido y rancio que apesta a naftalina»

 

Javier Pérez de Albéniz, El descodificador

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *