Iker Casillas en el área chica

 Casillas, por si currículo, campeón del mundo y de Europa dos veces, y  de liga no sé cuantas, ha sido considerado casi por unanimidad –hasta por Buffón- el mejor portero del orbe, calificación que siempre nos ha  parecido bien, e incluso, siguiendo la muletilla del maltrecho inquilino dela Zarzuela, que va a ser bueno a partir de ahora, según propia confesión, “nos han llenado de orgullo y satisfacción” esos paradones por parte de Iker, el yerno ideal también según la óptica real, sobre todo a partir de los dos hijos políticos que han aterrizado sobre su Real Casa, cual plaga de Egipto.

 Pero últimamente a los madridistas , y quizá coincidiendo con su caída en los senos de la periodista de los ojos verdes amén de la aparición en las áreas de delanteros y defensas –estos sobre todo en las jugadas a balón parado- de más de 190 centímetros, cada vez que el balón merodea el área, o le chutan desde fuera, a los madridistas se les encoge el corazón, sobre todo si lo comparamos con los porteros que tiene, por ejemplo, el Málaga, Caballero y Kameni, a los que no le meten un gol ni por casualidad, son los porteros menos goleados y seguro que no ganan ni 10 millones de euros por barba. Se les encoge el corazón y se le cierran los ojos de espanto, y se me viene a la mente una de las frases atribuidas a Di Stéfano, el mejor de todos los tiempos: “Un portero debe parar el balón siempre que pueda y sobre todo… , que no introduzca en la portería las pelotas que vayan fuera.

 Esperemos que en lo sucesivo recupere su mejor forma, pare alguno de los balones que le disparan y, sobre todo, no dé esa sensación de orfandad y de pánico –lo refleja su cara y la de todos- cada vez que tiran un córner o cuelgan el balón sobre su área.

 Una explicación sui generis del fenómeno nos la da en El Mundo Julián Ruiz,  en  Casillas, el mago del córner  donde incide en su baja forma:

 “El caso Casillas es una vergüenza. Muchos madridistas me dicen que me atreva a decir que con los continuos errores del capitán, su único objetivo es un golpe de estado a Mourinho. Quiere destronarle. (…)

 Todo me parece una calumnia. Aunque la deriva de Casillas es patética. Cada día me recuerda más a mi sobrino, que se creía que no era gol hasta que el balón no tocara la red. Casillas ya se pone un metro atrás de la raya de gol.  Recula, recula ante el pavor. Tiene miedo, tiene pánico a los córners. No sabe salir. Pero ni siquiera hace nada cuando le rematan a un metro y a medio metro de su propia raya.

Mourinho siempre se tragará los errores de Casillas porque le tiene miedo. Prefiere echarle la culpa a Arbeloa, que fue quien regaló los dos córners sin venir a cuento y que significaron los dos tantos. Y Nacho ha pagado muy caro el error en el primer tanto de su jefe de la cantera. Lo cierto es que los regalos de Casillas desquician al equipo. Y lo que es peor, desgastan tanto al Madrid por tener que remontar hasta grados superlativos. Máxime cuando es un equipo que está hecho para no ir detrás del tanteo. Es un problema grave. Sin solución, porque los palmeros del gran capitán siguen con la letanía atea de que es el mejor portero del mundo.

 Djukic animaba a sus jugadores antes del partido para que hicieran el encuentro del siglo, ya que el mundo iba estar pendiente de ellos. Pues que se sume tan aguerrida actuación cuando les llegue el Barça. Pero nunca pasa. Se desgastan contra el Madrid. Contra los Messi boys ni luchan. Pasó en todas las derrotas del Madrid, que coinciden con los errores de Casillas. ¿Se acuerdan? Frente al Valencia, el Getafe, el Betis. Todos con regalos de Casillas. Ni hablar de cómo se reía el Barça frente al ardor del Levante o de este Valladolid, que dicen que juega muy bien. A balón parado, ¿no?

Sinceramente, todo el partido estuvo marcado y demacrado por los errores de los córners. Özil, que sigue corto físicamente, acertó por fín. El árbitro, para variar, anuló el gol legal de Ramos. El Madrid ni jugaba bien ni mal. Era Sísifo constantemente subiendo la piedra hasta la cima de la montaña. Allí estaba siempre esa especie de mago de Oz, metiendo miedo al madridismo, el mago de los córners”

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