John Galliano en el punto de mira de Arcadi Espada

john galiano

 El diseñador británico John Galliano ha sido suspendido de «todas sus responsabilidades» en la casa Dior al ser acusado de proferir insultos antisemitas en París y afirmar que “adora a Hitler»

En una cogorza de las suyas le dice a sus vecinos de mesa en un restaurante: «Amo a Hitler” «La gente como usted debería estar muerta. Su madre, su padre… todos estarían en las cámaras de gas» y a la mujer que le contesta:«Usted también debería estar muerta. Usted es fea. Bruja».

Esta conducta de un borracho  antes se solucionaba con unos gritos, con algunos intentos de agresión que no llegaban a producirse porque siempre había alguien que “separaba” a los púgiles o si la cosa iba a más, y los camareros no restablecían el orden debido, se avisaba a la policía. Hoy, en tiempos de las cámaras fotográficas grabadoras y del Youtube todo ha cambiado.

En esto abunda Arcadi Espada, que está abandonando el suave lenguaje eufemístico y llama al gay, maricón y al juerguista, putero, como el otro día a Javier Cercas, el que vive perpetuamente confundiendo la realidad y la ficción intentando armonizar ambas en beneficio de su ego literario, escribiendo  1984 somos todos  y en donde dice:

 “Unos tipos y tipas en La Perle, en mi barrio preferido de París. Al lado un maricón borracho que empieza a insultar a las mujeres. Las está llamando feas, ¡cosa que nunca haría un hombre de verdad! Lo han reconocido, es John Galliano, famoso modisto. El reconocimiento le ha dado al play y alguien del grupo ya está filmando la escena. Si el borracho se ha dado cuenta, cosa improbable, no le importa. Ahí sigue, dando loves a Hitler y enviando a las mujeres y a sus padres a la cámara de gas, lo que demuestra que aún no ha perdido del todo la noción de la transgresión, que es un borracho, por así decirlo, que sabe lo que hace. A pesar de los insultos las mujeres no parecen estar muy preocupadas. Es naturalísimo. Un borracho divierte. Si se trata de un borracho famoso aún divierte más. ¡Ya va por los judíos, a ver hasta dónde llega!

Una de las mujeres dice, ¡Oh, my god!, que es lo que se dice en los orgasmos anglosajones. Se les oye reír. Reír mucho. Es probable que ya estén calculando el efecto de lo que van hacer. Una se pone psicológica: tú tienes un problema, le dicen al arruinado. Lo que demuestra pericia.

Nadie reacciona a la vieja usanza. O sea. Nadie llama al camarero, sáqueme este merluzo de enmedio. Nadie del grupito le grita, tampoco, cállate borracho, incluso de mierda, hipótesis que le habría dado ocasión al afectado de perseverar en su tesis, Churchill’s way: «Pero lo mío se quita.» Ni el más fiero se levanta y amenaza con el puño cerrado al borracho solo y escasamente armado: «O te callas o te doy una hostia (chin chin)». ¡Quia! Amenazarle con el puño y ya no digamos estampárselo en la cara habría sido juzgado como un comportamiento incorrecto. Lo civilizado era esto. Un borracho está dando el coñazo en la mesa. Coño, pero si es John Galliano. Tate, tate, cuate, y saca el telefón, Déjale que se explaye. Muy bien, jodido, sigue, que te voy a hacer un traje en youtube que te vas a pasmar”Etc.

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