La caza del jabalí con arco y flechas y el escarnio de Ussía y Losantos

jabalí

El profano, por ser así  como se deberían cazar  estos animales en la Edad Media antes de que se inventara la pólvora, no deja de parecerle una medida un tanto romántica y más favorable para los nobles suidos por aquello de la menor  velocidad de la flechas pero ante la ignorancia supina –nunca hemos cazado nada si acaso una única liebre con un galgo prestado, el mítico Boleca– hay que recurrir al experto para que nos lo explique y así sabemos por el presidente de la Real Federación Española de Caza, Andrés Gutiérrez de Lara,  que la caza de jabalíes con arco y flecha que  ha autorizado la Generalitat de Cataluña en un parque cercano a Barcelona, Collserola, es la única solución para controlar la sobre población con los mínimos riesgos para los vecinos.

Debe ser por tanto una medida razonable y ecológica pero que, al provenir de los pérfidos nacionalistas y separatistas, ha escandalizado sobremanera a dos de los más genuinos representantes de los corneta del Apocalipsis –ver post anteriores- que han desplegado todo su ingenio con títulos tan explícitos como Cochinos en el caso de Ussía en La Razón:

 “España está atiborrada de cochinos. Nadie se alarme. Me refiero al jabalí…)” “Días atrás, en Pozuelo, un grupo de amigos fumadores, echaban un pito a las puertas de un restaurante acatando la ley autoritaria de las dos nenas (la Pajín y la Jiménez) cuando fueron visitados por una piara de cochinos…” “Con arcos y flechas Collserola se va a convertir en un congreso de cochinos heridos y cabreados, y le estaría bien empleado al ideólogo de la ocurrencia el toparse con un cochino herido por una flecha. De la primera cuchillada le dejaría sin dídimos, que es la forma elegante de escribir ‘huevos’”.

O Losantos disparando también su artillería de sal gruesa aunque no tan testicular:

“Como las fantasías nacionalistas siempre pasan por reinventar la Edad Media, creo que el rey Artur debería proclamar la independencia, instalarse en los bosques de Sherwood, léase Collserola, el Canigó o el Ampurdán y sustituir las plebeyas elecciones por aristocráticos torneos. Con arco, municipales; con ballesta, veguerías; lanza en ristre, imperiales. Los domingos, en la Plaza de la Catedral, antes del torneo por la mano de la pubilla real, las sardanas culminarían homenajeando a Guillermo Tell, suizo como Hans Gamper, fundador del Barça”.  “Se toma a un titiritero nacionalista, preferiblemente de raíz charnega, se li posa la poma al cap, o sea, la manzana en la chola y los caballeros de Artur probarían su pulso ante las damas y damos de la corte. El espectáculo gustará, porque la Fura dels Baus mansea y Barcelona añora emociones fuertes”

Hoy también tiene Carlos Herrera, que suele tener más gracia y finezza que los dos anteriores, la desgracia de unirse a ellos en grosería y en pasarse de frenada: describe a María Schneider, la de “El último tango en parís”, fallecida ayer, como “una jovencita morena de frondoso pelo negro que parecía  haberse tragado un vibrador” o haciendo de traductor entre Angela Merkel y Zapatero porque sabe que “la alemana en privado le insiste en la necesidad de perseverar en los cambios” Él  estaba allí escuchando. Son dos frases descontextualizadas pero sintomáticas… pero si quieren les muestro el párrafo entero: “la película de Bertolucci que mostraba  sin recato la cópula mantequillosa entre el último Brando eléctrico y una jovencita morena de frondoso pelo negro que parecía haberse tragado un vibrador”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *