La pederastia, un azote sin fronteras

En España es revelador el tratamiento tan sui generis que le da a la pederastia monseñor Bernardo Álvarez Afonso, Obispo de Tenerife: «Es que hay niños que provocan» es que «puede haber menores que consientan [los abusos homosexuales por parte de personas adultas] y de hecho los hay… Hay adolescentes de 13 años, que son menores pero están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso, si te descuidas, te provocan: muchas veces estos, con gran malicia provocaban a los mayores, se les ofrecían como señuelos para la obtención de favores económicos o simplemente para dejar al descubierto las humillantes inclinaciones de algunos mayores.

Incluso daba a entender cierta relación entre la homosexualidad y la pedofilia, tan extendida en algunas diócesis de Estados Unidos que han entrado literalmente en bancarrota debido a las fianzas millonarias que han tenido que poner a la palestra. Seguramente en algunos casos habrá habido comportamientos delictivos entre los menores, no tenemos más que recordar el caso Arny, pero, aunque todo el mundo merece el beneficio de la duda siempre el más débil será el menor y más en estos tiempos que arrecian los abusos, malos tratos y desapariciones de menores.

Tal enfoque no es privativo de este prelado, al que únicamente, que se sepa, se le puede echar en cara sus frivolidad ante tan  sangrante asunto, porque en Europa sí se han dado casos que sobrepasan tan erróneo juicio, caso de algunos prelados irlandeses, austriacos, belgas y alemanes que han ocultado, defendido, justificado o practicado la pederastia, como los prelados irlandeses monseñor John Kirby (obispo de Clonfert), monseñor Moriarty (obispo auxiliar de Dublín), monseñor John Magee (de Cloyne) y Donald Brendan Murray, de Limerik; el obispo de Brujas (Bélgica), Roger Vangheluwe; y varios prelados de Austria y Alemania implicados también en casos de pederastia, no siendo el purpurado escocés Keith O’Brian el único cardenal imputado, demandado o denunciado por sus encubrimientos de abusos sexuales o sus conductas pederastas porque sólo en el año 2007, la Iglesia católica estadounidense tuvo que indemnizar con 660 millones de dólares, tras alcanzar un acuerdo extrajudicial, a más de 500 víctimas de los abusos del clero norteamericano, siendo el caso más actual el del cardenal y exarzobispo de Los Ángeles, Roger Mahony, bajo cuyo mandato se produjeron cientos de casos de abusos de niños por parte de sacerdotes de su diócesis, cardenal que asistirá al Cónclave de donde saldrá elegido el sucesor de Benedicto XVI pese a que el colectivo estadounidense de feligreses Catholics United ha hecho público un manifiesto oponiéndose a que el purpurado participe en la elección del nuevo papa en Roma.

Otros prelados norteamericanos están en la cuerda floja a causa de sus encubrimientos o conductas pederastas: entre ellos, monseñor Anthony Bevilacqua, cardenal arzobispo de Filadelfia, y monseñor Lynn, su obispo secretario; el cardenal Egan, de Nueva York; el cardenal Keeler, de Baltimore; o el cardenal Bernard Francis Law, obligado a dimitir de su diócesis de Boston en 2003.

 

 

 

 

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