La que se nos viene encima

Somos partidarios de los críticos televisivos audaces, de aquellos que no reciben sobres, al modo taurino, de las cadenas, que, desgraciadamente en España, se reducen a  poco más de dos, en contraposición a aquellos críticos paniaguados  que basan la calidad de los productos excretados por las mismas en la audiencia, cuando ya se sabe por donde van los tiros en esta España nuestra. Es algo parecido a los premios Planeta de literatura en que es raro que se cuele alguna novela de calidad: casi todas las ganadoras han pasado un exhaustivo proceso de marketing.

 Uno de esos críticos valientes e incisivos es Pérez de Albéniz, salido abruptamente de El Mundo, después de poner en tela de juicio la famosa teoría conspiranoica sobre el 11-M de Pedro Jota y Losantos y que después quedó en agua de borrajas como se sabe, en su post ¿Nunca se convence a nadie?. Él ya se temía lo peor cuando escribió días después:

 “El escritor inglés Aldous Huxley escribe en ‘Un mundo feliz’: “el mayor de los triunfos de la propaganda se ha conseguido, no haciendo algo, sino absteniéndose de hacerlo”. Es decir, ocultar en lugar de censurar. Confinar en lugar de mutilar. Menospreciar en lugar de silenciar.

Hasta pronto.”

Una muestra de su crudeza, incluso de su crueldad, es la crítica que hace de la exitosa serie “La que se avecina” – qué palo al gusto del televidente hispano para el que es una de sus series favoritas, qué manera más provocadora de llamarlo casposo-que acompaña con tres explícitos vídeos: “Vea los vídeos, si tiene estómago, y recuerde que en la pantalla de Telecinco, cuando se emite “La que se avecina”, advierten: “Para mayores de 7 años”, recomendación con la que acaba el post La que se avecina:

 “La que se avecina” es una versión televisiva ligeramente evolucionada, solo ligeramente, de las películas de Ozores, Pajares, Esteso, Arévalo, Juanito Navarro y compañía. “La que se avecina” es hija de “El liguero mágico” y “Los bingueros”, nieta de “Es peligroso casarse a los sesenta” y “La masajista vocacional”, y hermana de “Torrente”. Los personajes de “La que se avecina” son herederos de Pepito Piscinas, de Roque Tercero y de la Ramona. En “La que se avecina” se puede sentir el último aliento de Franco, los ritmos de La Charanga del tío Honorio y el talento cinematográfico de José Frade y José Luis Moreno. “La que se avecina” es un asco que vive su semana fanática.

 Se lo contaré de otra manera… “La que se avecina” es una serie de ficción supuestamente humorística que Telecinco emite con enorme éxito desde hace cinco años. Cuenta, en forma de parodia y de manera francamente simplista, la vida de una comunidad de vecinos: enfrentamientos, amoríos, envidias… y todo aquello relacionado con la convivencia que pueda dar origen a un chiste, un chascarrillo o un juego de palabras. El tono de la comedia es francamente gañán, gracias a unos guiones en muchas ocasiones groseros, habitualmente banales y siempre, siempre populacheros. Imagino que los actores tienen que rebajar su nivel de interpretación para ajustarse al bajo perfil de la serie, increíblemente trivial en su concepción y realización. Las risas enlatadas pondrían la guinda a este subproducto audiovisual. Pero hay opiniones para todos los gustos: los capítulos de la primera temporada fueron vistos por una media de más de tres millones de espectadores, con una cuota del 21,3%. Y Manuel Villanueva, director de contenidos de la cadena, piensa que “La que se avecina” “ha cincelado a lo largo de 80 capítulos una auténtica catedral, una serie de culto que ha crecido y lo seguirá haciendo”.

 Estos días “La que se avecina” ha estado de total actualidad por dos razones. El primer lugar, porque se filtró en internet el capítulo inaugural de la sexta temporada. En segundo, por el estreno a bombo y platillo de un avance de los nuevos episodios de cinco minutos de duración. Sí, como si estuviéramos hablando de la cuarta parte de El Padrino

La semana fanática de “La que se avecina”, dicen los medios especializados en televisión. Una semana que arrancó anoche con la reposición de viejos capítulos y el famoso tráiler de cinco minutos. Reconozco que este nuevo, y sorprendentemente breve formato, es ideal para este tipo de programas: cinco minutos de “La que se avecina” es lo máximo que podría soportar sin regurgitar la cena. Cinco minutos interminables, eso sí. Eternos, agotadores, insoportables cinco minutos. Trescientos segundos, tiempo más que suficiente para comprender lo poco que hemos cambiado en las últimas décadas”

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