La sustancia húmeda

playas illetes de formentera

 Después de 8 días ausente de este blog que, a pesar de carecer su autor de nombradía, tiene algún que otro seguidor,  hete aquí posteando de nuevo, una vez que ha bajado del avión, después de haber estado esos días en unas vacaciones de las que subvencionaba el antiguo régimen. Está por ver que el que acaba de llegar, el que preside el GRR, o Gran Recortador Rajoy,  los mantenga ya que, previsiblemente, en uno de estos viernes negros, sufrirán recortes, con gran enojo de la tercera edad y de las ínsulas que sobreviven gracias a las vacaciones postreras de la misma.

 Unos viajes en vuelos cortos  con los que se puede comprobar que no es necesario hacer 20.000 kilómetros para encontrarse con playas y paisajes casi vírgenes como los de Formentera e Ibiza, teoría que ya expuse hace tiempo en La contaminación de los vuelos transoceánicos de placer..

 Pues bien, estos días, sin la tiranía del blog e Internet, estuve acompañado, entre otras saludables compañías, del libro Sábado, de Ian McEwan, donde narra las experiencias vitales de un neurocirujano un sábado cualquiera desde que se levanta de madrugada y ve un avión en llamas, con las consiguientes especulaciones que se disparan  en una sociedad que ha modificado sus coordenadas interpretativas desde el 11-S, manifestaciones contra la guerra de Irak, a punto de producirse, un asalto a la casa familiar y posterior operación quirúrgica del individuo que vejó a su familia… El autor se impregna de lo que rodea a un neurocirujano,  se mete en su mundo por lo que llega a conocerlo como un experto, para lo que ha recibido información de expertos cirujanos y anestesistas.

 Un libro que hay que leer aunque lo que se me han quedado grabadas son sus consideraciones ante el cerebro humano, eso en lo que hurga constantemente y que conoce a la perfección:

 “A pesar de todos los avances recientes no se conoce todavía el modo en que este kilogramo aproximado y bien protegido de células codifican información y almacenan experiencias, recuerdos, sueños e intenciones. No dudo de que en los años venideros llegará a conocerse el mecanismo codificador, aunque quizás él ya no esté  vivo, Al igual que los códigos digitales de la replicación de la vida contenidos dentro del ADN, el secreto fundamental del cerebro se descubrirá algún día. Pero entonces suscistirá el prodigio de que una mera sustancia húmeda pueda crear este radiante cine interior de pensamientos, de visión, sonido y tacto conjugados en una vivida ilusión de un presente instantáneo , con un yo, otra ilusión de brillante factura, que gravita en el centro como un fantasma.

 ¿Llegará a saberse algún día cómo la materia se vuelve consciente? Ni por asomo se le ocurre una explicación satisfactoria, pero sabe que el secreto será revelado; a lo largo de decenios , mientras los científicos y las instituciones sigan existiendo, las explicaciones se irán depurando hasta cristalizar en una verdad irrefutable sobre la conciencia. (…) Esta conciencia de que el viaje llegará a su destino. Es la única fe que profesa.”

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