En esta España nuestra cuya Constitución va a reformarse en buena hora sobre todo para cortarles las alas a las autonomías, unas de las principales fuentes del caos económico, en que el paro avanza implacable –el paro sube en 51.185 personas en agosto tras cuatro meses de caída– y en que Cospedal va a dejar tiritando a los castellano-manchegos al bajar un 20% sus presupuestos, ay de la educación y de la sanidad, pretendiendo además que su idea, aplaudida por Rajoy, se extienda al resto de España, y en que no ha ha dicho ni mu de recortar su boyante situación económica personal, léase ¿Crisis? Los sueldos de Maleni y Cospedal la esquivan, la comidilla del día, además de los excesos sexuales explícitos -las XXX– de nuestros artistas escenificados en las arenas de cualquier playa, es el descenso brusco de la popularidad de Belén Esteban: la ruptura enésima con su marido Frank al parecer no le va a reportar los acostumbrados dividendos para el otoño. El respetable ya da síntomas de hartazgo de esta colérica madre de la hija de Jesulín que lleva más de 10 años exhibiendo sus miserias y a su hija. Ahora, al parecer, ha sido sustituida en el aprecio del público por otra, también de lo más inane y cuyo único mérito o curriculo es haber sido la peluquera y asistenta personal de La Más Grande.
El otro suceso que está derritiendo de gusto a los peperos de profesión es el sobreseimiento provisional de la causa contra el ex tesorero del PP, Luis Bárcenas
porque el juez Pedreira señala en su auto que “no hay indicios consistentes para afirmar que Bárcenas interviniera en favor de Francisco Correa para lograr contratos del PP ni traza de financiación ilegal alguna a nivel nacional” “Bárcenas como tesorero no tenía influencia para la adjudicación de contratos, ni se puede probar que, cuando Correa hablaba de «Luis El Cabrón», se refiriese a Bárcenas, no es verosímil que Correa hablara en esos términos de una persona que presumiblemente le habría hecho rico”
A pesar de todo existen en el sumario múltiples anotaciones de pagos a «L.B.», «L. Bárcenas» y «L. Barc.», la grabación de una conversación en la que Correa decía haber entregado al tesorero «1.000 millones» y los testimonios de tres antiguos empleados del cabecilla de la trama que incriminaban al acusado
