Nueva carta a Alipio

Alipio es ese amigo fiel, el amigo de verdad que todos desearíamos tener, con quien compartir sin miedos ni temores nuestros más íntimos pensamientos. Las Cartas a Alipio son el testimonio de esa “amistad” de José Palacios con su Alipio particular, tejida y desplegada a lo largo de treinta y tres breves epístolas que vieron la luz primera en el Diario SUR de Málaga y que ahora ha reunido en este librito. Con la excusa de discernir el uso correcto de tal o cual término, el autor comparte con nosotros su personal -a menudo descarnada- visión de un mundo que cada vez se nos hace más difícil de entender.

Sabio serás si vives feliz con la suerte que tienes, Aristio.
Horacio, Epístolas I 10, 44.
Amigo Alipio:
Cuando oí que iban a sepultar a Nelson Mandela en su pueblo natal y que allí
pasaría «EL RESTO DE SUS DÍAS», miré a lo alto, al cielo de los cielos, y
pregunté. Tampoco esta vez hallé respuesta. Nunca hallo allí respuesta a mis
preguntas. Bueno, sea como fuere, el buen hombre descansa al fin del hombre. Y
es que «la vida sigue su curso INEXHORABLE» (in-ex-orare), Alipio. Por mucha
HORAS que OREMOS, por mucho que digamos sin cesar: Parce, Pater, todos los
ríos van a dar en la mar, que es lo que es.
No sé yo si al locutor le había dado un golpe de calor, o si fue la emoción del
momento lo que le llevó a decir lo que dijo. La emoción, que nos empuja y a veces
nos extravía, la que tal vez llevó a un santo varón a decir que «la escritora veleña
bebe de las UBRES de Juan de la Cruz». O a lo mejor lo escribió «debajo del
manzano», «en una noche oscura con ansias».
Mandela cogió el camino y se fue. Quedaron aquí, sobre las tierras estas de
aquí, mujeres, hijos y nietos ENSARZADOS en una disputa sin fin `pecuniae
causa´, por los dineros. Siempre hay alguna zarza ardiendo. A propósito de lo de
antes, nieto viene del latín `nepos-nepōtis´. Desconozco quién INTRODUCIÓ el
término NEPOTISMO para indicar lo que indica, pero tiene que ver con algún
Papa. La Iglesia, que tanto vela por sus hijos.
Velados parece tener sus ojos con lentes el timonel que nos lleva porque, a lo
que se ve, no ve cómo se desgarran las velas de la nave. Y eso que no es ningún
EXTÚPIDO; quizá el oleaje del INÓSPITO mar hispano le esté dejando
EXAUSTO, pero eso no debe ser ESCUSA.
El mar nuestro de cada día es un maremágnum, Alipio. Ahora más que nunca
hace falta `consensus omnium´, pero cada remero rema para un lado, para allí
donde puede pescar lo que sea. Los demás, que vayan a la BENEFICIENCIA y
pidan, que a lo mejor les dan… Los demás no necesitan ni la guita ni los coches que se ha ganado uno que sale mucho en los periódicos, el inmune e impune
Pujol, Puiolis filius. A este paso va a dejar a la altura de una babucha a Nerón, que
nunca hizo un viaje con menos de mil carrozas (Qui etiam numquam minus mille
carrucis confecisse iter traditur), el que pescaba con redes de oro y con cuerdas de
púrpura, el que superó a su tío Calígula.
No está solo en esta carrera el muchacho; también el cardenal Bertone, el
EXTRATEGA, quiere hacer olvidar con su ático de lujo la DOMUS AUREA
neroniana. (Del obispo de Limburgo no merece la pena hablar porque, al fin y al
cabo, sólo se ha gastado unos 30 milloncetes en su episcopal residencia).
Cada uno de estos que son así, sean del siglo o de lo otro, se agarra a la ubres
más ubérrimas que tiene a mano. Los demás, que les pongan una vela a sus
santos, aunque si los santos tienen la vista como el apóstol Santiago, que no vio
lo que pasaba en la cercana casa consistorial, los demás tendrán que
componérselas como puedan. Alipio, el mundo está en DECLIBE. Valeas bene,
amigo mío. José.
P. D. Si a ti te hace caso el cielo y te contesta, dime, hombre, por favor qué es
eso de los últimos días de Mandela.

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