Pelantrín

un pelantrin

No se molesten en buscar la palabra pelentrin en el diccionario de la RAE ni en otra buena cantidad de diccionarios que he consultado y referidos a términos específicos del campo del territorio andaluz y es por lo que , a la espera de que alguien me diga lo contrario, puedo afirmar que es un término campillero que se refiere aquel labrador que tiene unas cuantas fanegas de tierra diseminadas por la campiña, unos cuantos pujares –una de las muchas deformaciones que con el paso de los siglos hemos causado al idioma, ya que pujar proviene de pegujal o pegujar-, es decir, una pequeña porción de terreno cultivable, significado compatible con aquella otra: porción de terreno que el dueño de una finca agrícola cede al guarda o al encargado para que la cultive por su cuenta como parte de su remuneración anual.

Ambas tienen como denominador común la poca extensión. Pero mis dudas etimológicas me las ha resuelto, quien lo diría, el Sr. Word, o sea el software destinado al procesamiento de textos: meto el término pelentrin, no lo acepta y me lleva al término auténtico, es decir, a pelantrin que este si ya viene en el diccionario con el significado de labrantin, pegujalero.

El pelantrín es por lo tanto aquel ciudadano o que tiene unas cuantas tierras- curiosa sinécdoque en que tomamos las partes por el todo- o las cultiva simplemente, cedidas por el dueño.

La figura del pelentrin –de aquí en adelante el pelantrín- es muy singular dado su estatus económico intermedio en el que la infantería no llega y la caballería se pasa, como se decía de aquellas damas acomodadas económicamente que se quedaban para el poyetón – sumidas en la soltería, que entonces era una desgracia-, palabra que hace mucho tiempo que no oía y que Jesús Luna emplea mucho en un relato que tendremos ocasión de recordar.

Debido a sus características el pelantrín parece que ya traía en los genes la necesidad de cruzarse con una pelantrina, o mejor dicho la hija de un pelantrín, que a su vez aportara unas cuantas fanegas de tierra más para que se formara un minifundio decente, algo que para que pudiera ocurrir tendrían que pasar varias generaciones.

Dado que el campo comenzó a ser ruinoso, decadencia que comenzó cuando comenzaron a pagarse salarios razonables a los trabajadores de la tierra, el pelantrinado comenzó a tener una base cada vez más extensa y la difícil situación solo se palió gracias a la subvenciones de la Unión europea dándose el caso de que, debido a estas, y a que los beneficios de las cosechas no superaban o incluso estaban por debajo de los gastos, los propietarios, grandes o chicos, optaban por dejar las tierras en barbecho, para los jóvenes la tierras que no se siembran.

 El pelantrín debido a que la extensión de sus tierras no le daba trabajo para todo el año, y ante lo molesto que resultaba estar en casa bastante tiempo mano sobre mano y en donde se podían producir interferencias con la auténtica dueña de la casa, vulgo la parienta, tenía que buscarse otros trabajos, como el de albañil o incluso, ante la gran cantidad de olivos del término, convertirse en talador, con lo que se aseguraba al mismo tiempo un jornal y combustible en forma de leña para todo el año que traía a casa en sus propias caballerías pues todo pelantrín que se preciara debía poseer un par de animales de carga como mínimo.

Una cualidad que hay que atribuir al pelentrin, quizá debido a lo exiguo de su renta, es su bonhomía y su poca tendencia a ser un señorito juerguista, por lo que casi todos observaban una conducta ejemplar y alguno de ellos que llegué a conocer por parentesco, tenía fama de hombre muy bueno, de cristiano viejo, de ir a la misa de alba, morador de una casa en que poco tendría que hacer el Doctor Gómez Vallejo y Acuña, campillero de pro, de la Santa Inquisición y además Obispo, al que cito también porque tuvo mucho o todo que ver con que no seamos un pueblo laico al uso sino protegido por tres santos, San Benito Abad, patrón, y los segundos patronos, por lo que pueda pasar, San Quirino y San Plácido, los tres con fama de muy milagrosos .

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7 comments

  1. Querido Alfonso: Acabo de leer tu artículo y en estos casos lo mejor es tirar siempre del Diccionario de Autoridades de la RAE (1737). Al parecer la palabra pegujal viene del latín «peculium» y tiene el mismo significado que «peculio», anti …guamente «lo que el padre permitía tener al hijo, y el señor al criado o al esclavo: como el sembrar para su aprovechamiento alguna porción de tierra, o tener algún ganado junto al del padre o señor» y por extensión, «pegujalero» al labrador que tiene poca siembra o labor o el ganadero que tiene poco ganado. Curiosamente, en los padrones y vecindarios se solía escribir al margen «pejuarero» con el sentido que has apuntdo. Respecto al Dr. Vallejo y Acuña, Inquisidor como bien dices, por cierto, tenemos la extendida costumbre de pretender juzgar la historia con los ojos del presente y lo que hoy es un término peyorativo antes era sinónimo de dignidad… a lo que iba, se nos olvida decir que a este ilustre campillero se le debe el grandísimo honor, siendo mayordomo de la Hermandad de Sacerdotes de San Pedro Advíncula de Sevilla, de ser ésta institución la primera en jurar la defensa del voto de la Inmaculada Concepción (1616), gracias a la propuesta que nuestro Ilustre campillero hiciera al Arzobispo de Sevilla, Don Pedro de Castro y Quiñones, que si hoy día a poca gente puede interesar suposo un hito enorme en la historia de la cristiandad, como puedes leerlo en los Anales de Sevilla de Ortiz de Zúñiga, un buen libro de cabecera. http://books.google.es/boo​ks?id=vr5mL13dozUC&pg=PA43​6&dq=gomez+vallejo+anales+​de+sevilla&hl=es&ei=XmA-Tv​G_MsPzsgayzLDtDw&sa=X&oi=b​ook_result&ct=result&resnu​m=1&ved=0CCoQ6AEwAA#v=onep​age&q=gomez%20vallejo%20an​ales%20de%20sevilla&f=fals​e

  2. No sabes lo que me alegro de que lo que yo apunto de una manera rudimentaria haya sido desarrollado por ti en alguno de sus aspectos de una manera tan erudita, algo que te agradecerán sin duda los usuarios de esta Red de Blogs.Lo que comenzó siendo una diversión, el hablar de la figura popular del «pelentrín», dicho a la manera del pueblo, ha acabado con una recomendada consulta a los Anales de Sevilla de Ortiz de Zúñiga que nos ha dejado a todos, pelentrines incluidos, en la CULTURA con mayúsculas que es la que nos puede librar de la ramplonería reinante.

    Un abrazo

  3. Juan J. Ramos López

    Como siempre, ameno y a la vez ilustrativo. No voy a poner la «francesada» (sé que se dice galicismo) tan sobada de «chapeau» o «chapó» sino simple y escuetamente excelente. Gracias, señor Valencia.

  4. Pues muchas gracias.Habrá que superarse.

  5. Pelendrín es la forma que adopta por esta zona. Se aplica al que puede subsistir sin trabajo asalariado o que sólo lo hace circunstancialmente

  6. Shoot, so that’s that one suesppos.

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