Una época, desde la nostalgia (5)

olivares

Hace unos meses, y para que el blog tuviese de todo, intercalábamos algunas entradas aparentemente sin relación con la actualidad sociopolítica del momento, aunque al estar hablando entonces de la memoria histórica  creíamos que alguna sí tenían, al igual que este otro que insertamos hoy, que también tiene algo que ver con las condiciones en las que se desenvolvía la vida de la época cuando los trabajadores non disfrutaban de los derechos actuales.

Aceituneras del pío, pío

A fuer de ser merecedor de la desconfianza de alguno o de ser tildado de sindicalista por el mismo hoy vuelvo a la carga con el asunto de las aceituneras aun con el riesgo de parecer cansino. Uno de los paisajes de mi niñez es el ir y venir de las mozas del campo, ¡qué trabajos nos manda el Señor, levantarse y volverse a agachar!, dice la canción, esas aceituneras no sé si altivas pero si muy responsables y dejándose las rodillas por esos terronales de Dios. Incluso hace muchísimos años una murió en el tajo al caerle una aceituna en la boca e írsele por la tráquea. (Consultar tradición oral).

Estas líneas –y porque me place y por las facilidades que da la Red y porque no creo que esto sea hacer política, ni sectarismo, ni proselitismo, ni demagogia, etc.- son un homenaje a la mujer, que podría haber hecho extensible a la maestra, a la limpiadora de escaleras, a la magistrada y ¿por qué no? a las abnegadas y explotadas trabajadoras que ejercen el oficio más antiguo del mundo, pero no, esto va para las aceituneras, aquellas a las que cantábamos de niños:

Aceituneras del pío, pío,
Con los carzones de tu marío

O esta otra, ya más cargada de intencionalidad y de picaresca:

Aceituneras, del pío, pío
Debajo las naguas
Tienes un nío

Me quedo en el atrio del templo y cedo la palabra a Cristina, una mujer que debe ser del terruño-emplea términos tan castizos y nuestros como “repeluco”, “pelona”. El repeluco es el repeluzno y la pelona es un término polivalente, sirve tanto para designar a la parca como a la mujer con poco pelo o, en este caso, al frío heladero, acepción esta última que no sé si estará recogida por la RAE. Debe serlo porque conoce muchas claves del pueblo. Maneja el castellano con la maestría, la claridad y la limpieza que son tan poco usuales en estos tiempos en que tanto predomina lo audiovisual. Y afortunadamente, para mis propósitos he encontrado este texto, que forma parte de otro de mayor extensión, dedicado, cómo no, a las aceituneras.

“…Enero nos saluda cada mañana con esos aceituneros y aceituneras acomodándose en los tractores y vestidas como si fuesen a una guerra. Temprano, muy temprano, comienzan la batalla contra el frío, el frío que se mete en los huesos, que domina a las articulaciones y se multiplica en los filos ferrosos del remolque, convirtiendo su tacto en dolorosas caricias. En el tajo, comienza otra batalla y el primer palo al olivo mojado por la rociada o nevado por la pelona, se revuelve provocando un desagradable repeluco, el primer estrujón al telón frío con toda la intemperie de la noche en sus hilos, araña los dedos henchidos de padrastros, el primer contacto de las rodillas con las secas aristas de los duros terrones, es el primer navajazo contra esas carnes aún adormiladas y olvidadas al sufrimiento diario. Zarandea el carro de combate al olivo con sus pinzas, vuelan los proyectiles y se estrellan contra los telones, las varas cortan el aire como aspas de helicópteros, los infantes teloneros tienden las alfombras verdes para apuntar contra el nuevo objetivo y un ejército de manos rápidas con yemas desnudas, recogen el fruto caído y tirado en la retaguardia.
A mediodía el sol acude como aliado sudoroso y la batalla comienza a tomar tintes de victoria, ya no hace falta tanta ropa para defenderse. La costumbre vence al sufrimiento, el dolor se esconde en la dinámica caliente del cuerpo, y aunque acudirá más tarde a visitar sus descansos, las aceituneras y ellos, avanzan alegres hacia una nueva victoria segura, una nueva consecución, una nueva batalla ganada y llamada como todas: jornal”
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