El tetracampeón de Roland Garros – hoy ya es penta-, perdió el año pasado con Söderling y el público francés contribuyó bastante a ello con sus continuos aplausos a los aciertos del rival y a los fallos del español. Nadal jugó lesionado, perdió y dio una jornada de felicidad al público. Después exclamaría dolorido:
“Es una pena que este público no haya tenido nunca un detalle conmigo. Ojalá un año lo tengan»
Un año después, Nadal ha ganado su quinto Roland Garros y los franceses han sufrido un duro en revés por parte de los que viven detrás de los Pirineos y ya no saben lo que hacer con su chauvinismo que anda por los suelos: no pueden soportar que la Roja ganara la Copa de Europa dos años atrás y que su deporte nacional, el ciclismo, también sea dominado por Contador, también de allende los Pirineos. Y por las cosas de la política también se apropiaron de un tal Picasso que no hizo caso de los consejos que el dictadorzuelo daba a sus más allegados:” Usted, haga como yo…no se meta en política” Qué cinismo.
Y siguiendo con Nadal: hete aquí que va y gana el mejor jugador de tenis de la historia en tierra batida en la hierba de Wimbledon por segunda vez. Han jugado cuatro finales seguidas –con el paréntesis del año de su lesión- y ha ganado dos veces, lo que quiere decir que ahora mismo es el jugador más completo del planeta en cualquier superficie: el ránking lo canta. Y ha vencido delante de un público, el que inventó el fair play, mucho más deportivo que el francés: lo aplaudió a rabiar ayer, lo hizo incluso el día que derrotó a su jugador, al escocés Andy Murray. Que tomen ejemplo los gabachos.
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