En el centenario del nacimiento de Miguel Hernández

miguel hernandez

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Nunca fue un poeta con suerte, así, en el aspecto personal, murió consumido por la tuberculosis en una cárcel franquista – en el reformatorio de adultos de Alicante- habiendo pasado antes por las vicisitudes que nos cuenta José Carlos Rovira, responsable del Año Hernandiano:

“Desde junio de 1941 al 28 de marzo de 1942, cuando muere, pasan casi ocho meses en los que sabemos que a fines de noviembre inicia Hernández un combate final e imposible por la supervivencia: alojado en la enfermería de la cárcel, con tuberculosis, hay una serie de acontecimientos a su alrededor que, más que con la literatura, tienen que ver con la historia universal de la infamia: acosado por las visitas de tres sacerdotes (Almarcha, Vendrell y Dimas), que buscan su conversión y la abjuración de sus ideas, Hernández resiste a aquel caritativo infierno negando sobre todo su retractación política, lo que impide, seguramente por acción del principal de esta tríada infernal, Luis Almarcha, que se le traslade a la última posibilidad de supervivencia, el sanatorio antituberculoso valenciano de Porta Coeli”

Antes de llegar a esta situación terminal ya había sufrido el desprecio de los poetas de buena familia –Lorca, Alberti entre otros- por sus orígenes rurales, un cabrero al fin y al cabo, y sin formación académica: lo llamaron “epígono genial” y “poeta demasiado raro” a pesar de ser el poeta de los versos exactos en “ Cancionero y romancero de ausencias” escrito en la cárcel: «En el fondo del hombre / agua removida» y de su poesía al servicio del pueblo como en “Rosario, dinamitera de Viento del pueblo”: «Dinamiteros pastores, / vedla agitando su aliento / y dad las bombas al viento / del alma de los traidores».

Ahora se ha comenzado a hacer justicia con él : lectores, asociaciones de ciudadanos e intelectuales impulsan los homenajes al escritor, de cuyo nacimiento hoy se cumplen 100 años y  Serrat  vuelve a cantar sus poemas con “Hijo de la luz y de la sombra” con el que ha logrado , según él“ una comunión poética con el público muy grande»

Y por último Marcos Ana, 90 años y 23 en la cárcel donde lo conoció,  pide la anulación de la sentencia a Miguel Hernández «dictada por un tribunal ilegal»: «El franquismo mató a una de las voces poéticas más importantes. Él fue la cima de la poesía épica, que escribió tanto a un lado de la vaguada de las trincheras como en la cárcel”

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