Tres formas distintas de aproximación a Miguel Hernández

miguel hernandez

En el centenario de su nacimiento se multiplican los homenajes a su figura. De entre todos hemos seleccionado una visión del poeta por otro poeta, García Montero, la  de un novelista puro, Muñoz Molina, que analiza la soledad del poeta-pastor de cabras- en Madrid, y la indisimulada desvergüenza de Guerrero Zamora

Luis García Montero:

“… conviene defender la altísima calidad y la originalidad de sus dos obras maestras: El rayo que no cesa y Cancionero y Romancero de ausencias. Miguel Hernández escribió mejor en la culpa y la necesidad que en el himno y la certeza. El desvalimiento sexual y la miseria afectiva consolidan la maestría formal de su carnívoro cuchillo y de su rayo amoroso. Y la culpa que siente por su comportamiento con Ramón Sijé le permite escribir una elegía de dolor desmesurado, pero íntimo. Después de militar con Sijé en el nacionalcatolicismo y de escribir poemas y obras de teatro pidiendo que los campesinos obedezcan a Dios y a los caciques, Hernández descubre que el mundo intelectual madrileño mira hacia otra dirección y cambia de opinión y de ambiciones. Al morir Sijé se siente un traidor y escribe un poema que conmueve. Pocas veces las exageraciones retóricas alcanzan una cota de sinceridad íntima”

Antonio Muñoz Molina:

“…Miguel Hernández, que persiguió con calculada adulación y sincero fervor a tantos de sus contemporáneos -la adulación y el fervor, en su caso, eran compatibles-, quizá no tuvo entre los literatos de Madrid ningún amigo de verdad salvo Vicente Aleixandre. En la intemperie de su vida había una soledad que no aliviaba nadie: Ya vosotros sabéis / lo solo que yo voy, por qué voy yo tan solo. / Andando voy, tan solos yo y mi sombra. Provocaba incomodidad, cuando no abierto rechazo. Rafael Alberti en verso y María Teresa León en prosa le atribuyen sin demasiados eufemismos un olor poco adecuado para las cercanía sociales. García Lorca no se presentaba en una casa si sabía que Miguel Hernández estaba en ella. Llamó por teléfono a Aleixandre con la intención de ir a visitarlo, y al enterarse de la presencia de Hernández no se contuvo: «Échalo»”

Juan Guerrero Zamora

En su intento de recuperación franquista de Miguel Hernández el jefe de la sección de producción dramática de Radio Nacional de España Juan Guerrero Zamora es el prototipo de indecencia intelectual para Eutimio Martín por afirmar que “el poeta no fue franquista por ignorancia, ya que no vio “en los ideales de Franco esos mismos ideales de amor, de respeto, en suma: de justicia social que él tenía”. No podía ser por menos, puesto que Hernández “es un hombre radicalmente religioso y –por español radicalmente cristiano”. En cuanto a su condena a muerte, remacha el clavo: “Fue por exacta justicia por lo que se penó su actuación  y como se penó”. Seria injusto no votar por la inclusión de Juan Guerrero Zamora en el Guinness de la indecencia intelectual”

One comment

  1. En la edición papel del Mundo de hoy domingo se habla del mito de Miguel Hernández. Hablando de la búsqueda de amistad en los círculos madrileños, se cuenta que cuando Vicente Alexandre organizaba una reunión, Lorca, que no podía ver a Hernández, le preguntaba antes a Alexandre :»¿Vendrá «ese»?», antes de confirmar su asistencia. Establece tambié paralelismos entre Lorca y Hernández. Por cierto, también Lorca tuvo fuertes vínculos con el falangismo más intelectual, no hay que olvidarlo (Rosales, Ridruejo…)

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