Javier Cercas analiza el 23-F en «Anatomía de un instante»

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anatomia de un instante

Como recordatorio diremos que  Soldados de Salamina (2001),  fue descubierta por Mario Vargas Llosa , elogiada por John Maxwell Coetzee y Susan Sontag  y traducida a más de veinte lenguas aunque lo que verdaderamente la catapultó a la fama fue el ser llevada al cine y siguió el camino inverso que suelen tener muchos libros: ser leída  después de ser vista en pantalla .

Pero aunque a lo que vamos es a dedicar algunas líneas  a su nueva obra, “Anatomía de un Instante”, sobre el 23-F, sucumbimos a la vieja práctica adquirida en muchos años de docencia de “repasar” Soldados de Salamina :  una investigación histórica niovelada por Javier Cercas sobre un episodio de la vida de una figura real de la Guerra Civil española, el ideólogo de la Falange y escritor Rafael Sánchez-Mazas, padre del fabulosos escritor Rafael Sánchez Ferlosio, en que logra escapar de ser fusilado por los milicianos y en la búsqueda el fugitivo es hallado pero ignorado por uno de estos, perdonándole así la vida. La búsqueda de la identidad de este anónimo personaje constituye la trama de la obra.

Y si toda la obra se basó en un instante, en la mirada del miliciano y el falangista, ese instante lo encuentra ahora Cercas en el gesto de Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo que no se arrojan al suelo cuando los guardias civiles comienzan a disparar, con la diferencia que en  “Soldados…” deja fluir su imaginación para novelar todo lo que rodeó aquel hecho, que seguro se repetiría más veces a lo largo de una contienda entre hermanos, y en “Anatomía de un Instante”, al ser tanta la documentación, documentos visuales y gráficos, libros, etc. se ha limitado  a ponerlos todos en orden y ofrecerlos de manera que resulte amena su lectura, que la gente sienta además curiosidad por su versión de los hechos, algo inevitable en cualquiera y más en uno con vocación de escritor.

Y este juicio lo realiza sobre los personajes o hechos más relevantes. Así habla de la grabación televisiva del golpe: “La grabación es uno de los grandes documentos de la historia del siglo XX español. Con ella hay algo que cambia. Está a la altura del asesinato de Kennedy o del 11-S. La grabación facilitó esa nebulosa de ficción que alimentó a millones de leyendas. Por eso no quise recurrir a la ficción en este libro, porque ya hay suficientes mentiras sobre el golpe de Estado.”

Sobre Suárez:  “ era el demonio y hoy parece que es San José de Calasanz. Era un hombre con sus virtudes y sus defectos, y los mismos que lo canonizan hoy son quienes le destrozaron entonces. La verdad es compleja, pero mi objetivo era decir la verdad. Suárez hizo algo complicado: pasar de una dictadura a una democracia. Lo hizo muy bien, sin sangre. Después lo hizo muy mal.”

“… Se ha dicho alguna vez de Zapatero que se parecía en cosas a Suárez y creo que no está mal visto. Zapatero es hábil y tiene instinto asesino, como tenía Suárez. Sin instinto asesino no se puede ser político. Los políticos se manchan las manos.”

Los que permanecieron de pie sin esconderse tras los escaños: “…. Eran los tipos más odiados por los golpistas. Armada odiaba a Suárez porque encarnaba el demonio; Milans de Bosch odiaba a Gutiérrez Mellado porque lo consideraba un traidor, y Tejero odiaba a Carrillo porque encarnaba todo con lo que quiso acabar el franquismo. Pero fueron las tres personas que llevaron el peso de la transición, por la lealtad de Gutiérrez Mellado hacia Suárez y porque Carrillo encontró en Suárez al tipo que necesitaba. Es cierto que estaban políticamente muertos y lo hubieran estado de verdad si el golpe hubiera triunfado. Por eso los separaron cuando los sacaron del hemiciclo.”

Sobre el papel del Rey: “El Rey no fue una excepción, estaba estrenando su papel y cometió muchas torpezas, hizo comentarios imprudentes, cometió indiscreciones. No debió permitir que nadie hablara con él de sustituir a Suárez por métodos no democráticos, por un Gobierno de concentración o coalición presidido por un militar. Pero, como todos, Juan Carlos estaba estrenando las reglas del juego y nadie era muy experto en ellas. Eso no deslegitima al Rey porque todos cometemos errores. Y después se ganó un prestigio por su papel en la transición.

De todas formas el propio  Javier  Cercas explica todo esto con más detalle en la página 271 del libro:

«Tejero estaba contra la democracia y contra la monarquía y su golpe quería ser en lo esencial un golpe similar en el fondo al golpe que en 1936 intentó derribar la república y provocó la guerra y después el franquismo; Milans estaba contra la democracia, pero no contra la monarquía, y su golpe quería ser en lo esencial un golpe similar en la forma y en el fondo al golpe que en 1923 derribó la monarquía parlamentaria e instauró la dictadura monárquica de Primo de Rivera, es decir un pronunciamiento militar llamado a devolverle al Rey los poderes que había entregado al sancionar la Constitución y, quizás tras una fase intermedia, a desembocar en una junta militar que sirviese de sustento a la Corona; por último Armada no estaba contra la monarquía ni (al menos de manera frontal y explícita) contra la democracia, sino sólo contra la democracia de 1981 o contra la democracia de Adolfo Suárez, y en lo esencial su golpe quería ser un golpe similar en la forma al golpe que llevó a la presidencia de la república francesa al general De Gaulle en 1958 y en el fondo a una especie de golpe palaciego que debía permitirle desempeñar con más autoridad que nunca su antiguo papel de mano derecha del Rey, convirtiéndole en presidente de un gobierno de coalición o concentración o unidad con la misión de rebajar la democracia hasta convertirla en una semidemocracia o en un sucedáneo de democracia. El golpe del 23 de febrero fue un golpe singular porque fue un solo golpe y fueron tres golpes distintos: antes del 23 de febrero Armada, Milans y Tejero creyeron que su golpe era el mismo y esta creencia permitió el golpe; durante el 23 de febrero Armada, Milans y Tejero descubrieron que su golpe era en realidad tres golpes distintos, y este descubrimiento provocó el fracaso del golpe. Eso fue lo que ocurrió, al menos desde el punto de vista político; desde el punto de vista personal lo que ocurrió fue todavía más singular: Armada, Milans y Tejero dieron en un solo golpe tres golpes distintos contra tres hombres distintos o contra lo que para ellos personificaban tres hombres distintos, y esos tres hombres -Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo: los tres hombres que habían cargado con el peso de la transición, los tres hombres que más se habían apostado en la democracia, los tres hombres que más tenían que perder si la democracia era destruida- fueron precisamente los tres únicos políticos presentes en el Congreso que demostraron estar dispuestos a jugarse el tipo frente a los golpistas. Esta triple simetría forma también una extraña figura, quizás la figura más extraña de todas las extrañas figuras del 23 de febrero, y la más perfecta, como si su forma sugieriese un significado que somos incapaces de captar, pero sin el cual es imposible captar el significado del 23 de febrero.»

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