Recurrencias (2)

El orensano alcalde y escritor además de cultivar el mundo de la ensoñación en su novela se zambulle en el mundo del estoicismo y el equilibrio pasional en que se fundamenta,ya de paso le rogaríamos que penetrara en lo epicúreo,asunto que seguramente también habría estudiado al tener trazadas unas líneas de defensa de su anterior tesis. También trabajó en el mundo de la comunicación en «Hacia una ética de la televisión informativa» cuyos postulados cobran cada vez más vigencia aunque nos contemplen casi cuarenta años desde su redacción: casi un augurio de lo que se nos venía encima, la subversión de los valores éticos y estéticos a cambio de beneficios económicos para las empresas.

Pero,parodiando al extinto F.Umbral, no vamos a hablar sólo de su obra literaria, sino exponer que ya en 1977 fue un pionero de lo que en estos días ocasiona cierto revuelo,de unas actuaciones que lentamente y hasta nuestros días se vinieron sucediendo:promovió la demolición de un monumento llamado en el pueblo «La Cruz de los Caídos», en el que, como no podía ser de otra manera dado el momento, sólo estaban esculpidos los nombres de los que fueron muertos,en diversas circunstancias, de uno de los bandos en lucha,física o de ideas.Los nombres de los otros, de los réprobos para algunos, ya sabemos lo que pasó.Creo que en estos días ha terminado de aprobarse una ley que pretende solucionar definitivamente esta cruel discriminación, y hasta el terrible monumento de Cuelgamuros va a ser desprovisto de su inicial propósito,el de ser la sepultura se sólo uno de los bandos en lucha, el vencedor.

Con esta inofensiva ley este templo excavado en la roca por batallones de derrotados pasará a ser considerado como un templo de paz y de concordia, en el que los padres benedictinos digan misas y responsos por las almas de todos.