¡Ay, de los funcionarios!

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 Dicho casi en el tono de aquel Vae victis ! romano- «¡Ay, de los vencidos!»-, ahora que el funcionariado está en cuestión y en horas bajas, siempre lo ha estado por aquello de su supuesta  indolencia en el trabajo, por sus prebendas, por aquello de la leyenda de “saca una oposición y échate a dormir”.

Siempre han sido cuestionados –seguramente por quienes no han podido o no han querido opositar a una plaza del Estado u organismos oficiales  (ejército, ayuntamientos, diputaciones, etc.), antaño llamados un tanto toscamente por el pueblo “vivir de la olla grande”, aunque todo el mundo entiende este culinario concepto-. Y han sido puestos en tela de juicio desde tiempos de Larra, que, en su célebre “Vuelva usted mañana”, satiriza la pereza de los españoles que personifica en los funcionarios, los mismos que tardaron en tramitar el papeleo de un francés  programado para unas horas, primero  3 días, después quince, y finalmente ¡6 meses!, plazo al que se llegó después de los sucesivos “vuelva usted mañana” que recibía del funcionario de turno.

En la actualidad está abierto de nuevo el debate, habiéndolo iniciado Cristóbal Montoro cuando aún estaba en la oposición en que afirmaba que «los ayuntamientos son oficinas de colocación y las empresas públicas, nidos de corruptelas» o que los funcionarios públicos «han sido contratados para darles un puesto de trabajo y estar de brazos cruzados».

Miedo da pensar lo que puede llegar a hacer ahora que tiene poder. Por lo pronto ya ha lanzado un globo sonda, en boca del  secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta: “ya nada será como antes,  los trabajadores, estén al servicio del sector público o del sector privado, deben ser conscientes de la necesidad de una formación permanente para ser más efectivos” “la economía española tiene que ganar en competitividad y ligar las subidas salariales a este concepto y cuando las circunstancias lo aconsejen, al tiempo que ha asegurado que los salarios de los empleados públicos no deberían vincularse con la evolución de la inflación”, acabando su disertación con esta trascendental frase, tan llena de caspa: «Los funcionarios deben olvidarse del cafelito y del periódico»

A esta campaña se han unido los de siempre, en esta ocasión representados por esa especie de bestia negra, en el sentido literal del término, Salvador Sostres, inexplicablemente ensalzado por el otrora fino periodista, antiguo conspirador en sus ratos libres, Luis María Anson:

“Estoy seguro de que Pedro J. Ramírez tiene conciencia clara del pedazo de escritor que ha incorporado con Salvador Sostres a las páginas de El Mundo. No se puede escribir con más claridad, con más sagacidad, con más transparencia lírica. Leer a Sostres es un regalo para el buen gusto literario”.

Se ha unido Sostres a la campaña contra el funcionario ayer mismo cuando proponía “despido inmediato del 40% de los funcionarios y a los que queden habrá que recortarles, también de un modo proporcional, el 30% de su sueldo”

One comment

  1. Es que ésa es la centroeuropa real y la que hay, D Alfonso. El lema «Nourrir pour produire» se podía leer en cualquier escaparate suizo de los años sesenta-setenta y era válido para toda la familia, incluida la mascota. Que vivimos de prestado y ahora nos vamos enterando de lo que vale un peine sin subvención. Toca moverse y desplazarse, el que pueda, claro. Y digo yo,¿acaso no era mucho mejor, visto lo que seguiremos viendo, el decretazo aznarista…? Si hubiese continuado su andadura ya estaríamos acostumbrados, no que ahora…En fin, eso nos pasa por habernos calentado con granzas – que decía el abuelo – con la humareda que pegan. Pues saludos.

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