Algo nuevo está sucediendo en el País vasco, seguramente en consonancia con el cambio de Gobierno acaecido en Ajurianea. Por desgracia se sigue matando gente pero parece que, “tras décadas de reafirmación nacionalista y el espejismo del espíritu de Ermua por las intensas y breves movilizaciones contra el asesinato de Miguel Ángel Blanco , los que acudieron a la capilla ardiente en la subdelegación del Gobierno en Vizcaya, en la bilbaína plaza elíptica, no daban crédito a su mirada.
Hubo emoción y cierta ensoñación este sábado en Bilbao. Los vascos que acudieron a la capilla ardiente del policía asesinado y participaron después en la manifestación convocada por el nuevo Gobierno Vasco, presidido por el lehendakari Patxi López, no creían lo que veían” entrecomillado que hemos leído en Estrella Digital.
Y se han pronunciado pocos discursos y algunas frases muy emotivas:
Patxi López afirma que «no cederemos ni un milímetro a los liberticidas»
Yn hermano del fallecido: “Mi hermano no es una víctima, es un héroe, es un ‘gudari’»
El presidente del PNV en Vizcayua, Andoni Ortuzar: «el tiempo de ETA, si alguna vez existió ya se ha acabado»
Ana Mato, del PP: «una banda de asesinos cobardes no van a poder con la sociedad española
Paqui Hernández, la viuda: «no son presos políticos, son asesinos. Sólo han conseguido dejar una viuda y dos huérfanos, pero no me van a ver llorar. Gracias Dios hay muchas personas como mi marido. ¡Viva el País Vasco!». Ha acusado a los miembros de ETA de «matar a escondidas» y hacer «un negocio» del asesinato. «¿Por qué se esconden?».
Basagoiti: “Me alegro de haber apoyado a un lehendakari y a un Gobierno vasco que saben liderar la reacción de la sociedad vasca cuando ETA da un zarpazo»
Rosa, vecina de Arrigorriaga: «¡Otra vez! ¡La han tomado con nosotros!».
Diario GARA: “Los discursos no alteran la realidad”
Y a continuación el editorial:
“…La muerte en atentado de Eduardo Puelles García, jefe del Grupo de Vigilancias Especiales de la Brigada de Información de la Policía española en Bilbo, unidad encargada de la lucha contra ETA, refleja en toda su crudeza el conflicto vasco. Es también, entre muchas otras cosas, una muestra del escaso valor de las especulaciones que en términos de victoria y derrota se lanzan a menudo desde el Gobierno español en relación al conflicto vasco. Especulaciones que, en el mejor de los casos, buscan conseguir una ventaja política sobre el enemigo de cara a un futuro acuerdo. Discursos que, en el peor de los casos, buscan dificultar o incluso cerrar las puertas a una negociación que no tiene otra alternativa que la perduración del conflicto por varias generaciones. Discursos que, en definitiva, o bien son irresponsables o bien son directamente responsables del alargamiento del sufrimiento para todas las partes.
Desgraciadamente, esos discursos de firmeza -y al fin y al cabo de negación-, pronto dan paso a la apología de la venganza. Se busca así, precisamente en nombre del sufrimiento, la inhibición social frente al sufrimiento ajeno. Y se pretende implantar un esquema maniqueo que hace de la negación de la realidad su principio rector. Esta misma semana los portavoces del Gobierno de Lakua han afirmado que en Euskal Herria no existe conflicto político y que harán de esa idea no sólo su lema, sino su criterio para otorgar o eliminar derechos políticos y civiles básicos. Los políticos, más aún quienes ostentan cargos públicos, pueden y deben plantear sus objetivos, sus anhelos y sus posiciones políticas, y deben hacerlo firmemente. Pero no pueden negar la realidad. Y menos aún hacer de esa negación un elemento de supuesta superioridad moral.
El atentado, al igual que el resto de expresiones violentas, evidencia la necesidad de buscar una resolución del conflicto político en parámetros de diálogo, acuerdo, respeto, democracia, justicia y paz.”