Reflexiones en torno a los parados forzosos y a los parados gustosos

El Congreso

A los parados de larga duración y que no tienen ningún tipo de prestación Zapatero les ha prorrogado seis meses más la paga de 420 euros mensuales, los mismos 400 que nos ha quitado al resto de los mortales en un intento desesperado de cuadrar las cuentas. Todavía necesita sacar 50.000 millones de euros más: los funcionarios o asalariados de los distintos gobiernos del mosaico hispano están que no les llega la camisa al cuerpo: si este año ha habido una masiva bajada de sueldos con la reforma del IRPF no saben lo que le deparará el futuro si la crisis financiera y el disparado paro no se arreglan.

Al lado de los parados forzosos están los otros parados de lujo, los que han parado durante 48 largos días por gusto y porque para eso son ellos los que hacen las leyes. 48 días sin hollar el suelo del Parlamento son muchos días. Actúan como si el país pudiese caminar sin ellos-de hecho así es- pero, eso si, cobrando los 3000 euros mensuales de base más los diferentes complementos.

A ellos les dedica hoy Ignacio Camacho unas cuantas reflexiones:

“Desde la fecha de la Lotería de Navidad sólo han descansado 48 días, ni siquiera dos meses completos, y ya se dejaba sentir el vacío de su ausencia. Pero al fin están de regreso, al rescate de una nación melancólica”

“Y sin embargo, ahí están. De nuevo en el tajo, dispuestos a levantar el país, regenerar el optimismo y revitalizar la vida pública tras un bimestre de desoladora orfandad en que el pueblo clamaba por la pronta reanudación del período de sesiones. Sin el reconocimiento necesario a su entrega y a veces bajo el injusto y demagógico estigma de una galbana permanente. Por fortuna la mayoría, plenamente consciente de su compromiso histórico, resulta inmune a la carga de la crítica popular y afronta su tarea con desprendimiento y nobleza. El esfuerzo se recompensa por sí mismo, y al fin y al cabo los dos meses de verano están a la vuelta de la esquina”.

“Algún día habrá que hacer un homenaje a la clase política, a su sufrimiento y entrega. Y de forma muy significada a los parlamentarios que son capaces de afrontar el estresante desgaste de un ritmo de dos o tres sesiones a la semana. Sin más descanso que un par de meses en Navidad y otros tantos en verano. Con unos salarios indignos de entre cuatro a seis mil euros mensuales y unas pensiones que necesitan nada menos que siete años para consolidar el máximo importe legal.”

Los padres de la Patria, a su vez, han pasado a la defensiva:

«NO SOMOS UNA CASTA OCIOSA»

Los diputados, de nuevo a la defensiva,justifican sus vacaciones parlamentarias

 

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *