Contrastes en el estado de bienestar

estado de bienestar

 

 Debido a que el estado de bienestar  está adelgazando a marchas forzadas, se están produciendo  más contrastes entre sus moradores, cada vez se va abriendo más la brecha entre ricos y pobres, estado este último a donde van llegando cada día más componentes de la clase media-baja que, a su vez,  va siendo sustituida por la clase media.

Decir que la crisis solo afecta a los más desfavorecidos, a las clases medias y bajas, es una perogrullada: siguen vendiéndose los coches de lujo y las mansiones suntuosas a los más privilegiados, continúan ofreciéndose puestos de trabajo millonarios – como el que acaba de rechazar el marido de Cospedal en Red Eléctrica (180.000 euros) por no perjudicar la imagen de su señora: bastantes sueldos confluyen ya en ella-; se hacen fichajes de hasta de 100 millones de euros a deportistas que patean muy bien un balón, un derroche inadmisible a cargo de entidades privadas que estarían en su derecho de contribuir al nuevo panem et circenses si no fuera porque están, en conjunto, endeudadas hasta las cejas: el Gobierno reconoce que el fútbol español tiene una deuda con Hacienda de 752 millones de euros por mucho que Montoro hasta hace poco ultramontano y ahora pidiendo seráfica moderación a la oposición-  diga ahora que  les dará el mismo trato que a empresas y autónomos.

Al lado de tanto de tantos crasos cresos se dan unas situaciones que ponen los pelos de punta, como la de Angustias Cobo, una mujer de 67 años de edad del valenciano pueblo de Quart de Poblet, que vive desde los 23 con las dos piernas amputadas y severos problemas de movilidad en su brazo izquierdo. Desde 2001 cobraba 416 euros al mes en aplicación de la Ley de Dependencia. Hace unos días, la Consellería de Bienestar Social de Generalitat valenciana decidió rebajar arbitrariamente su grado de minusvalía. Conclusión: ya no se le abona ninguna cantidad. Es el mismo Gobierno que ocupa uno de los primeros lugares, sino el primero, en el ranking del despilfarro faraónico y, desde luego, el único en el mundo que ha construido un aeropuerto para peatones, costosas visitas papales y traído formulasuno que enriquecen a unos pocos.

Algunos casos más, aunque no tan dramáticos, en que lo del estado de bienestar  suena a farsa:
Sergio Manzano, es monitor de tiempo libre en un colegio público. Trece horas y media por semana. Sueldo neto: 287 euros al mes. Terminó la carrera de Administración de Empresas en 2009.
Eva Gutiérrez  comenzó en un proyecto de cooperación internacional. Ahora trabaja en una tienda de un centro comercial de las afueras de Madrid. Gana apenas 500 euros por un empleo de 18 horas.
Laura es licenciada en Ciencias del Deporte y trabaja como entrenadora en tres clubs de baloncesto en colegios privados. Cobra 400 euros al mes en total y todo en negro. No encuentra otra opción.

Estos tres casos se pueden convertir en centenares de miles en la totalidad del Estado en que el bienestar se está disipando a marchas agigantadas. Menos mal que nuestro atribulado monarca ha dicho que “hay noches en que el paro juvenil –además del velociraptor del yerno- me quita el sueño”, casi tanto como algunos millones de jubilados que ven con estupor que tienen que compartir su pírrica  pensión con otros miembros de la familia que están a dos velas. Por lo menos ahora se ven más útiles a si mismos y a los demás: desde que empezó la crisis, negada durante mucho tiempo por un Zapatero que ahora vive  un retiro dorado, nuestros viejos se sienten más seguros: ha descendido el número de ancianos ingresados en asilos  los meses de verano y los abandonos en las gasolineras.

2 comments

  1. Se cumple, pues, el epitafio de Richelieu: «Os quejábais de un simple cardenal porque no sabéis lo que es una buena paliza..» Bromas aparte, esto va también para D Juan Carlos. ¿Dormiría más, acaso, si el paro juvenil trasladara la botellona a los jardines de palacio..? Y la última, España se llena de «cesantes». Conozco un tal Max Estrella literario que, por reconocerse en tal condición, Serafín el Bonito le sobó el morro. Y este último es real. Como se lo digo, D Alfonso. Achantando vamos.

  2. Perdón, que con la prisa se me fue el acento en «quejabais».Y habrá más…

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