Disquisiciones de un perplejo ante el Orgullo, con mayúsculas

         Fotografía de Chema Moya [EFE] en El País con motivo de la cabalgata ‘Día del Orgullo’, celebrada el sábado en Madrid.

 Ya se celebró en Madrid la fiesta del Orgullo Gay, que al final se ha quedado solo en orgullo con mayúsculas, que ya quisieran los demás colectivos en que se subdivide la sociedad tener la autoestima tan alta. Algunos han comentado que seguirán celebrando esa festividad mientras sea un colectivo que aún sufre cierta persecución soterrada en los países libres, o explicita en algunos países bárbaros en que son encarcelados o directamente condenados a muerte.

A quien viene muy bien tal celebración es a la ciudad de Madrid pues, al venir gays de todo el mundo, se dejan una millonada en euros, algunos calculan cerca de doscientos. Personalmente la única objeción que le hago a las fiestas es haber tenido que presenciar, televisivamente, un espectáculo de lo más grotesco: el baile de la conga de algunos políticos encabezados por Pablo Iglesias. Por lo visto en estos días la plaza de Chueca tiene una atracción fatal para los Carmona, Carmen, Sánchez, etc, sin que estos mismos ojos que fueron heridos por el baile de la dichosa conga vieran en el escenario a alguno de la derecha, algo remozada últimamente, en las caras sobre todo.

Y unas reflexiones, entre metafísicas y demagógicas sobre dicha fiesta, son la que observo en el blog de EQM

 «Esta semana han coincidido dos acontecimientos de distinta importancia y profusamente atendidos por según qué medios.

Por un lado se ha celebrado en todo el mundo la ya tradicional cabalgata reivindicativa de los derechos LGBT [lesbianas, gais, bisexuales y transexuales], que antes en España se denominaba ‘Día del Orgullo Gay‘ y ahora simplemente ‘Día del Orgullo’.

 Sigo sin comprender porqué ser gay, la homosexualidad, inclinación hacia la relación erótica con individuos del mismo sexo, tiene que ser motivo de orgullo. Digo yo. Pero todavía me resulta más incomprensible que ahora, como ya he dicho, a la denominación se le elimine ‘Gay’ y quede como ‘Orgullo’: como si, aceptando en serio que sea un orgullo, no hubiera otros orgullos o, con la apropiación terminológica, los demás orgullos quedaran sin un lugar al sol de la publicidad carnavalera.

Tampoco entiendo cómo persiguiendo la justa eliminación de cualquier tipo de discriminación sexual, la cabalgata no abarca la denominación de las otras inclinaciones sexuales que dice defender: bisexuales y transexuales. Yo espero que algún día la sociedad respete todas las tendencias sexuales habidas y por haber, que hoy por hoy no son amparadas por la LGTB y que tienen el mismo derecho a la indiscriminación: pongo por ejemplo a la poligamia y a la poliandria, por no incluir las parafilias, también respetables.

Y sigue sin parecerme bien la exhibición: esas carrozas de gente disfrazada de tanga, luchadores, correajes y besos con lengua, recorriendo las principales calles de las ciudades.

Flaco favor que se le sigue haciendo a una causa que merece el reconocimiento social de un marco legal justo y que el festival no hace más que dificultar.

Ya dije ayer lo que opinaba al respecto, por lo que concierne a los 30.000 millones de euros que la sociedad griega debe -sí, debe- a la nuestra, otra sociedad con más de 5 millones de parados, de los que muchos, cada vez más por la finalización del transcurso del subsidio de desempleo, carecen de la más mínima aportación social del Estado para subsistir: ellos y sus familias.

Todo un trágico escándalo.

Pues bien, mientras TVE1 relegaba la información sobre los trascendentales acontecimientos en torno a la crisis griega, arrinconándola en la olvidada cadena 24 horas,Telemadrid decidió, por vez primera, transmitir en directo la orgullosa cabalgata.

Vds. mismos.»

En el pasado ya dediqué algunos posts al día del Orgullo de los que no me siento orgulloso, así que solo le pongo los enlaces de

 Los nuevos landismos

García Serrano fustiga a los huelguistas del Metro y al Orgullo Gay

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