En la orilla, Rafael Chirbes

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Hay que leer más.Y a ser posible, a tiro fijo, sin hacer caso a los cantos de sirena de las editoriales que quieren vender los libros como churros, incluso si son de autores consagrados por la popularidad adquirida después de varios lustros de dedicación a la telebasura, caso de Belén Esteban, la autora más novel, que en los últimos días ha vendido más libros que nadie, a la altura de «El largo camino hacia la Libertad» sobre Nelson Mandela.

Y uno de los libros en que han hecho diana, seguramente por motivos estético-literarios y de documentación de la realidad que nos está tocando vivir en esta primera década del siglo, 56 críticos y periodistas de Babelia y Cultura de EL PAÍS, es En la orilla, de Rafael Chirles, que aborda la crisis económica presente desde el pantano de Olba donde el protagonista, Esteban, un carpintero, amo y esclavo, que se ha visto obligado a cerrar su taller y a despedir a sus trabajadores, coloca un cadáver, pretexto para que repase todas las miserias humanas – “no hay ser humano que no merezca ser tratado como culpable”, afirma- que han hecho posible el mundo en que vivimos y cuyas señas de identidad son la agonía, el paro generalizado, la quiebra de los negocios y la infelicidad.

Esta es la reseña que hace de “En la orilla” Pérez de Albéniz:

“Todo se fue por los desagües, por los fregaderos, por los retretes, por el agujero de los coños apenas en flor y ya encallecidos de tanto frotar”. Rafael Chirbes habla de la crisis, de los posos del pelotazo, de los esqueletos de empresarios, constructores y políticos que ha dejado el tsunami. “Así pasó el tiempo que te fue concedido en la tierra, amigo promotor. Así lo pasé también yo. Ahora nos toca vivir la vida que llega después de la vida”.

“En la orilla” es la crónica de la decadencia de un hombre, un carpintero, que vivió los años de la codicia en el Levante español. Derrotado, nos cuenta cómo sus colegas se pierden por los sumideros de un sistema exhausto. La gallina de los huevos de oro ha muerto, y los días de gloria han terminado. Desaparecieron los billetes de 500 euros. Y se acabaron los arroces con bogavante, los Mercedes y los yates, las putas y la coca, los“hectólitros de vino de la ribera y whisky de no sé cual de la turberas escocesas”.

Chirbes escribe con un ritmo endemoniado, que agarra al lector por las solapas y le zarandea de manera inmisericorde. Párrafos largos, enormes, agotadores, que dejan sin aliento, con un nudo en la garganta y las tripas en la boca. Chirbes nos cuenta lo que hemos vivido, lo que hemos sufrido, aquello que nos ha llevado a donde estamos: un país miserable, materialista, inculto. Listo para el derribo

La construcción es la base de la novela. La construcción desproporcionada, tramposa, ilegal, inviable. Un ladrillo que ha convertido todo en  escombros, y que ha transformado a los triunfadores en perdedores, arrastrando todo en su caída. Las personas, las empresas, las Cajas de ahorro, los sueños, el futuro. “Es visible el nuevo orden, arriba y abajo bien claros: unos cargan orgullosos con las repletas bolsas de la compra y saludan sonrientes y se paran a charlar con la vecina a las puertas del centro comercial, otros registran los contenedores en los que los empleados del supermercado han tirado las bandejas de carne pasadas de fecha, las frutas y verduras maceradas, la bollería industrial caducada”.

“En la orilla” es un bofetón en toda la cara. La historia de la derrota de un país, de una política económica y social, a través de las reflexiones de un hombre que perdió ganando, que es víctima y verdugo, que resulta engullido por un sistema que no hace prisioneros. No se me ocurre un libro español más recomendable en estos momentos de mierda”

 

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