La Ley de Seguridad Vial pudiera enfrentar al Reino de España con la Santa Sede

control alcoholemia

Una vez solucionado el conflicto que provocaba el incómodo Jimenez Losantos con sus ataques indiscriminados desde la COPE a personas que después iban con quejas a la Santa Sede, con la expulsión del locutor de la citada emisora, pudiera ocurrir que la Ley de Seguridad que prohíbe conducir después de haberse tomado más de una copa, bajo los efectos del alcohol, abriera nuevos frentes con el Vaticano.

Antes se daba por sentado que el cura, después de oficiar la Santa Misa, se quedaba plácidamente en las estancias parroquiales en las que seguramente después del ayuno obligado degustaría un buen chocolate con picatostes servido por la sobrina o las complacientes beatas de turno.

Ahora, no. Ahora el oficiante se tiene que poner el mono de trabajo y coger el coche o la moto y recorrer tres o cuatro pueblos para celebrar la misa, con lo que, al final de la mañana, pudiera llevar en el cuerpo tres o cuatro copas como mínimo, ya con una tasa de alcoholemia notable y siendo una fácil presa para la Guardia Civil, la Ertzaina , los mossos d’esquadra o cualquier municipal recto: el dogma de la transubstanciación dice que el vino se convierte en la Sangre de Cristo pero se le olvidó, de camino, quitarle los grados al alcohol.

La única solución que vemos al problema es doble: o la Iglesia católica incentiva a los jóvenes para que llenen de nuevo los Seminarios y se sientan atraídos por la castidad vocacional u obligar a esos pueblos dispersos a que oigan misa cada tres o cuatro semanas, o que autorice a usar el vino sin alcohol, que ya ni es vino ni es nada, como se sabe, e iría en contra de las Leyes de la Iglesia.

Hasta ahora parece que nuestros policías tienen órdenes del Gobierno de Zapatero-para que luego digan- de “no pararlos”: no se puede dejar a la grey sin alimento espiritual. Lo que faltaba es que Teresa Fernández de la Vega, antes los persistentes ataques de Rouco a sus leyes, se cabreara y diera órdenes de que el clero itinerante también “soplara” en los alcoholímetros. De ser así no estará lejos el día en que abunden en España casos como éste:

“La Policía italiana retiró la semana pasada el permiso de conducir a un sacerdote que dio positivo en el test de alcoholemia tras haber celebrado cuatro misas.

Los Carabinieri realizaron el test al sacerdote, de 41 años y originario de Bolonia, justo después de una de las salidas de la autopista que enlaza las ciudades de Turín y Milán.
El cura se justificó asegurando que había celebrado cuatro misas
El hombre dio positivo, con un porcentaje del 0,8, ya que el máximo permitido por la ley italiana es del 0,5. Los agentes le retiraron el permiso de conducir, por lo que el sacerdote tuvo que llamar a unos familiares para poder volver a su casa.

Aunque no pudo evitar quedarse sin carné, el cura se justificó asegurando que ese día había celebrado cuatro misas, a lo que añadió que, en realidad, es abstemio. Por esta razón, el sacerdote ha decidido recurrir al juez de paz para demostrar que su estado no era debido a una consciente y voluntaria ingesta de alcohol.”

One comment

  1. La ley es ley para todos, y los infractores deben ser condenados, independientemente del uniforme o hábito que vistan. La obsoleta y cuadriculada iglesia debe adaptarse a los tiempos, ya no vale aquello del «haz lo que yo digo y no lo que yo hago». Se supone que el cura, durante la liturgia, solo debe beber un sorbo de vino, lo mismo que los feligreses, no un cuarto de litro, y cuatro o cinco sorbos de vino no dan la tasa, pero cuatro o cinco medios litros la sobrepasan. Nadie obliga a los oficiantes a emborracharse ni durante ni después. La cosa está clara, y es este país de ladrones, empezando por los políticos, los banqueros o por los altos cargos, por no hablar de la SGAE, todos, sin excepción, deben cumplir las layes y acatarlas, no solo deben ser los pringados de a pié los que paguen el pato. Los que legislan deben ser los primeros en dar ejemplo, no en saltarse las leyes que imponen a los demás, y la curia no está exenta. O eso, o cuando beba y me ponga al volante me disfrazo de obispo…

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