Más muestras de críticas y adhesiones inquebrantables hacia el Rey

Las críticas y adhesiones que comenzaron ayer, al instante de conocerse la noticia de que el Jefe del Estado se había roto la cadera en Bostwana, en unas circunstancias sobre la que no existen documentos gráficos, continúan hoy en prensa, radio, televisión y en las redes sociales, estas últimas con una participación  millonaria y en las que, al no existir ningún tipo de censura, la imaginación campa a sus anchas. Sólo les muestro el humor vitriólico repleto de mala uva que exhibe Javier Pérez de Albéniz en su post Elefantiasis. Otros, como El Jueves hacen cábalas sobre el coste de la cacería que nos han dicho que es gratuita: El Rey Juan Carlos pudo pagar entre 7.000 y 33.000 euros por cazar elefantes en Botswana.  Desde El Mundo también le llueven las críticas, por ejemplo, las de Sánchez Dragó: «Antes se decía que el Rey estaba en Babia, ahora diremos que está en Botsuana»

Después, y algo que se puede considerar “fuego amigo” al provenir del juancarlista y uno de los cotillas mayores del Reino, J. Peñafiel, haciendo una crítica en televisión de la última hazaña del Rey en la que la espabilada y con tantas horas de vuelo Mª Teresa Campos le tira de la lengua para que este hable de la potencia del Rey en todos los aspectos, cuando ya sabemos lo que estas lenguas viperinas quieren decir con eso.

Una crítica más edulcorada, en contra de mis pronósticos, es la de Losantos, que, aun poniendo verde al monarca, para quedar con los riñones a cubierto, mira hacia la figura del Príncipe:

. “Con una economía desplomada, camino de los seis millones de parados y con casi dos millones de familias que no perciben ningún ingreso fijo, lo aconsejable es que los representantes del Estado utilizaran el dinero público con la mayor prudencia, conducta que la más alta institución debería observar en primer lugar en términos de ejemplaridad.

Pero es que en esta concatenación de despropósitos, hasta la fecha elegida para esta aventura africana, el aniversario de la proclamación de la II República, no ha podido ser más desafortunada. Siempre hemos sostenido que la existencia de la monarquía, lejos de sentimentalismos particulares, se justifica por su utilidad para la nación española, su unidad y la libertad de todos sus ciudadanos. El príncipe Felipe, cuya conducta a todos los efectos ha resultado impecable”

En La Gaceta acusan supuestamente al monarca de poco serio y despilfarrador:

“Esta peripecia africana debería constituir el último caso en el que el Rey viaja, o sale de España, sin que se informe detalladamente de las circunstancias y motivos de tal viaje, no sirviendo para absolutamente nada la disculpa de que se trata de viajes privados, porque además no pueden serlo. Ni que decir tiene que, en un momento en el que abundan quienes tratan de asociar la imagen misma de España a una supuesta falta de seriedad, a la dilapidación y el despilfarro, esta escena del Rey dedicado a la caza de proboscidios no se le habría ocurrido ni al más feroz de los agentes de imagen de quienes trabajan contra nuestros intereses”.

En su defensa, el monárquico ABC, que en el editorial  “El acoso más hipócrita”, nos dice que “Su Majestad el Rey es una figura de dimensión histórica (…) Por ello, es lamentable que unos cuantos pescadores en río revuelto aprovechen el accidente sufrido por Don Juan Carlos en su viaje privado a Botsuana, o el de su nieto Felipe, para cargar contra la Monarquía parlamentaria como ‘forma política del Estado’, ignorando así su papel determinante en el funcionamiento de nuestro sistema democrático. Al parecer, no pasa nada cuando se van de caza ciertos personajes menores próximos a la izquierda, y, sin embargo, la misma actividad es objeto de descalificación absoluta en este caso concreto, como si los eventuales derechos de los animales fueran diferentes según quién sea el cazador”.

Y por último pelotean a modo Jaime González que, para defender al Rey, dispara contra Tomás y el resto de la izquierda, a causa de su petición de que elija entre responsabilidad o abdicación:

: “Tomás Gómez, sombrero de explorador y pantalones kaki, lidera la rebelión de las moscas cojoneras. Escopeta en mano, quieren cobrarse la pieza más preciada: un pimpampum hipócrita con redoble de tambores. Quieren meter en la olla al jefe de la tribu y dan vueltas alrededor de la perola. No se engañen, señores: la izquierda se ha subido al 4×4 y viaja por los polvorientos caminos de la reserva, trabuco en ristre, rastreando las huellas del macho adulto”.

Y Alfonso Ussía:

:“Defiendo al Rey porque creo en su persona y en la Institución. España necesita la figura del árbitro que concilia los enfrentamientos, cada día más ásperos. Defiendo al Rey porque lo admiro y respeto. Ha sido uno de los grandes Reyes de nuestra Historia. Pero se acabó el silencio. El Rey, la Institución y la unidad de España no están seriamente amenazados por los republicanos y los sesgados. Están principalmente amenazados por un amigo del Rey con nombre de calle madrileña que mucho bien nos haría a todos renunciando a su alta amistad. El proveedor de elefantes y otras cosas».

Que lo diga, que diga el nombre del ilustre.

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