Pobreza real en un 36% de los niños españoles

 

En esta España, que dicen que es la cuarta economía europea y una gran potencia a nivel mundial, casa mal que más de un tercio de nuestra población infantil viva en riesgo de pobreza o exclusión social, lo que denotaría que aquí la riqueza está cada vez peor distribuida. Aquí tienen un punto muy importante de reflexión nuestros políticos que son incapaces de anteponer sus intereses partidistas al bien común, así como la ingente cantidad de compatriotas que manda su dinero fuera para no pagar impuestos.

En esta España en la que hay que pagar ya por casi todo -pregúntenselo a los aficionados al fútbol, tenis, motor, etc que tienen que contratar televisiones privadas: si te gusta ver jugar a Nadal, has de apoquinar…- ocurre y no hay quien lo remedie que en la última década ha aumentado la pobreza infantil . Ya en 2005, un informe de UNICEF sobre la pobreza infantil en los países ricos llamaba la atención sobre el tema: la pobreza en la infancia se estaba haciendo más amplia y más intensa en buena parte del mundo industrializado. Desde entonces, la situación no ha hecho más que agravarse, tal y como lo atestiguan informes y estudios realizados por instituciones de reconocido prestigio.

La pobreza y privación afecta de manera especial a la infancia. En este sentido, la pobreza de los niños y niñas menores de 16 años ha sufrido en el último año un aumento sustancial y alcanza actualmente al 36 %, ocho puntos porcentuales por encima de la tasa que corresponde al conjunto de la población. En el contexto europeo, España tiene la segunda tasa más alta de la UE, sólo por detrás de Rumanía y por delante de Bulgaria y Grecia.

Hoy en El Mundo aparece Lucía Méndez y se acuerda de ellos: «La patria triste y pobre de los niños»

«La verdadera patria del hombre es la infancia». Esta cita de Rainer Maria Rilke es una de las más utilizadas en el mundo literario y periodístico. Dando por buena la tesis del poeta, el 36% de los niños y niñas tiene una patria triste y pobre porque vive en riesgo de pobreza o exclusión social. El informe de Unicef sobre el impacto de la crisis en los menores españoles es todo él un monumento a la desolación. España es el país de la UE que menos recursos destina a la protección social de las familias con dificultades para mantener el bienestar de sus hijos. España es uno de los países donde más ha aumentado la desigualdad. La brecha se ceba en los niños españoles, condenados a una patria infeliz.

El 36% es un porcentaje dentro de un estudio. No sabemos cuántos niños y niñas caben ahí. Pero podemos imaginar las razones y los momentos de su tristeza. Cuando se levantan para ir al colegio y notan que sus padres no han dormido porque no saben cómo llegar a fin de mes. Cuando van al centro comercial a pasear porque no hay dinero ni siquiera para entrar en el Primark ni en el McDonals. Cuando en clase ven a sus compañeros con deportivas nuevas y de marca. Cuando se acuestan y escuchan a sus padres al otro lado de la pared hablando bajito con angustia de sus problemas. Cuando en casa se instala el miedo del padre o la madre a hundirse en el paro y no tener ganas siquiera de ir a ver escaparates bien surtidos. Cuando en casa hay que hacer cuentas y cuentas con las marcas blancas de supermercado para medio llenar la nevera. Cuando no se puede encender la calefacción muchas horas porque es muy cara. El 36% es un porcentaje. Pero aunque sólo fueran la mitad, ya sería una desgracia y una vergüenza para un país que se considera avanzado. La medida de la civilización de una sociedad es el trato que dispensa a los niños.

La desigualdad y la pobreza no son enfermedades contagiosas. Pero sí hereditarias. Otro informe de Cáritas concluye que el 80% de los niños pobres serán adultos pobres. La desigualdad de oportunidades ha desplomado el ascensor social que permitió en la España de los 80 el acceso a la universidad de los hijos con padres sin estudios, gracias a una educación pública de calidad. ¿Hay alguien por ahí preocupado por esta patria triste y pobre?»

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