No es mal refugio el enfrascarse en la contemplación de un partido de fútbol. El verde del césped puede ser un elemento bastante relajante o el no pensar en cosas serias o la belleza de las jugadas trenzadas por la habilidad de los mejores. Aunque tampoco se puede hacer uno muchas ilusiones porque la competición a veces es adulterada por decisiones ajenas al juego como las arbitrales que suele favorecer a los grandes, como el equipo de Francia o el penalty que anoche se inventó el trencilla para favorecer al Barça. Otras veces lo hacen con el otro grande, el Madrid.
En el descanso del partido de fútbol televisado Gijón-Sevilla zapeamos un poco y nos encontramos con un programa, el G-20, dirigido por un siniestro personaje televisivo, Risto Mejido, salido de las cañerías del medio, que critica con gran desparpajo a todo lo que le place, siempre en tono hiriente, desde ZP al cornudo de turno, o desde Laporta al que saca-imagino- los colores con la exposición públicas de sus innumerables ligues hasta la última incursión en lo grotesco con la que, por cierto está de acuerdo, de Sanchez Dragó: poner en la picota a los tres cooperantes secuestrados.
En su descargo se podría decir que tal panfleto lo escribió cuando aún no se sabía que los autores del secuestro pertenecen a la red terrorista Al Qaeda y aparece en El Mundo del 8 de los corrientes, “Gorrones sin fronteras”.
Estas son algunas de las exquisiteces que seguramente habrá encendido la sangre a tanta gente que se arriesga por una buena causa, sobre todo a las familias de los apresados. Creemos que el indudable ingenio de Dragó, y el de otros que están en la mente de todos, algunos con acento sevillano, merecen mejores causas:
“La tele dice que los misioneros sin crucifijo, pero con chalecos de coronel Tapioca, secuestrados en Mauritania siguen en paradero desconocido. Mi mujer, que es japonesa, exclama: ¡Menudo chollo! Los españoles pagáis al contado y, encima, convertís en héroes a esos pijos. Razón lleva. Pijos, caraduras, gilipollas y gorrones, añado”
“¿Acción solidaria? No. Acción mamaria (de mamoneo). Lo de esa gubernamentalísima organización no gubernamental es como para clamar al cielo en el que sus frailes no creen. Pijos, porque basta verlos, saber quiénes son sus papis y pasar lista a los enchufes de los que viven. Caraduras, porque jeta de granito hay que tener para asegurar que es la misericordia -solidaridad, la llaman. Jerga progre- lo que los mueve. ¡Oh, cuánto sacrificio! ¡Qué entereza de ánimo la que los lleva a arrostrar las penalidades del turismo de aventura! Gilipollas, porque lo es en grado sumo todo el que piense que con unos cuantos camiones cargados de alubias, chocolatinas y preservativos va a sacar de apuros a millones de personas gobernadas por sinvergüenza”
“ Son éstos quienes se quedan con el cepillo. Y aunque así no fuese, ¿no sería más lógico cargar la ayuda en un mercante y entregarla en los puertos de destino a cualquier institución solvente (si existiera, lo que es dudoso) o depositarla en las huchas del Domund? Tres cuartas partes, como mínimo, del dinero recaudado por las oenegés laicas van a parar al pozo de los gastos de gestión y al sumidero de la corrupción. Añadan a eso los del viajecito de treinta y tantas personas -¡treinta y tantas!- enviadas desde Cataluña, a todo tren, a tan lejanos parajes y echen cuentas. ¿Es que no hay aquí pobres sin intermediarios a la vuelta de cualquier esquina? Y si el donante los prefiere de raza negra o circuncisos y con chilaba por mor del exotismo, no han de faltarle”
“…En cuanto a lo de gorrones yo también me pongo a veces ridículos chalecos de coronel Tapioca, pero los pago de mi bolsillo. Si cruzo el Sáhara para revolcarme en las dunas y me descalabro o me voy al Índico a pescar atunes y doy en hueso, es sólo asunto mío o de los míos. ¡Ojalá los chupópteros sin fronteras regresen ilesos a sus camitas, pero confío en que lo sucedido sirva de escarmiento a esos tontainas y a quienes les consienten los caprichos! ¡Qué buenos son los politicastros mendicantes que nos llevan de excursión! Nunca viene mal una colleja propinada en el momento justo”