En su juventud no quiso estudiar prefiriendo ir a visitar los barrios pobres de Madrid vestida de mendiga para dar alimentos, ropas y limosna. Era humilde en el trato con las doncellas de su casa a las que “no le pedía más que lo indispensable”.
Ya en la madurez fundó el monasterio del Cerro de los Ángeles del que fue priora “por inspiración divina”, y este cargo lo ejerció en diversos conventos, que también fueron fundados por ella misma. Y durante años enseñó los valores más profundos de las carmelitas: la humildad, el sufrimiento, la pobreza., la castidad, el sacrificio.
Dos años después de su muerte, en 1976, dos milagros atribuidos a ella, la curación de una agranulocitosis primaria y el de un niño ahogado en Argentina que volvió a la vida, fueron la tarjeta de presentación para abrir el proceso para su beatificación.
Si algunos santos tardaron cientos de años en ser reconocidos como tales-algunos no lo conseguirían nunca, otros aún sigue esperando, como Isabel la Católica-, sor Maravillas entró en nómina, como dijimos antes, sólo unos años después, en 2003 y por Juan Pablo II, de la que dijo: “puso a Dios en el centro de su vida y por encima de cualquier otra preocupación”.
Seguramente continúa haciendo milagros, sobre todo, con su paisana Esperanza Aguirre, que posiblemente gracias a su intercesión siempre sale airosa tanto de accidentes de helicópteros como de atentados terroristas como el de Bombay.
Escribe tu comentario aquí.mirar q’estupendo guarda’ qèalegria vivir los hermanos esta pasqua ‘amiga!