Una Mercedes Milá sin límites

mercedes minga

Mercedes Milá, una periodista de las buenas, de raza,  con programas exitosos en su haber, como aquel espacio de entrevistas y debate Queremos saber,  que se hizo celebre por una entrevista a Francisco Umbral que se irritó profundamente con la periodista al no preguntarle sobre el último libro que estaba promocionando, lleva un tiempo deslizándose por la pendiente facilona de aquellos programas que suelen arrasar en audiencia pero que dejan mucho que desear no tanto por una discutible estética y ética sino por violar unas normas no escritas que la sociedad se ha dado para diferenciarse de sus antepasados, cuando estos iban de liana en liana.

Parece como si a  María de las Mercedes el único valor que le interesa es la pasta sin más y  cada año que pasa se va hundiendo en una vulgaridad impensable unos años atrás. Se ve que el espíritu del Gran Hermano ha calado en ella y  su comportamiento no dista mucho del de algunos granhermanos distinguidos, como aquella que se hacía llamar “La legionaria”. Una prueba de que sólo piensa “en las marcas” es lo que decía, antes de empezar GH 12+1 en su sugerente blog “Lo que me sale del bolo” (Belén Esteban, -que es otra de las que han impuesto el lenguaje cuartelero en tele 5- hubiera dicho del “potorro”):

“ Los que trabajamos en la televisión comercial sabemos que sin las marcas, sin la publicidad, no podríamos hacer nuestro trabajo. Hoy, a pocas horas de que empiece GH12+1, quiero agradecer a todas las empresas que confían en nosotros su apoyo; sin ellas no existiríamos. Telecinco está inmersa en una campaña a favor de las marcas en la que hemos colaborado los que damos la cara y sé que todos lo hemos hecho con total convencimiento de que era lo justo”

No debe extrañarse María de las Mercedes Milá del eco que provoca en críticos televisivos exigentes e incómodos, como Pérez de Albéniz, su último alarde en vivo y en directo: toqueteo de las partes pudendas de dos colaboradores de Ana Rosa, la reina de las mañanas y escritora en sus horas libres:

“Mercedes Milá, periodista capaz de presentar sin ruborizarse un bochornoso reality show y un programa de supuesta denuncia (“Diario de…”), ”), acaricia en directo el paquete testicular de Joaquín Prat y Maxím Huerta, dos de los presentadores del programa de Ana Rosa Quintana. Sucede a mediodía, durante el horario de protección del menor previsto por la Ley (de 6:00 a 22:00 horas (…) Prat y Huerta soportan abochornados los toqueteos de Milá, veterana presentadora capaz de hacer cualquier cosa para conseguir audiencia. ¿Cualquier cosa?

¿Dónde está el límite? No hay límite. (…) “La televisión es la violación de las multitudes”, dijo en una ocasión el periodista y filósofo Jean Francoise Revel. Para la edición de Gran Hermano que comienza esta noche, Telecinco ha instalado una ducha transparente y una cama redonda en el centro de la piscina:“Una casa para el sexo”, titula El Mundo anticipándose a los acontecimientos.

Incluso alguien como Mercedes Milá, periodista que no ha dudado en cambiar reputación por dinero, debería controlar la velocidad de su descenso a los infiernos: si le quedase un ápice de dignidad no caería tan bajo, y tan cerca de las ingles. Husmear en entrepiernas ajenas para vender un programa es una forma de violación, una fechoría además de una necedad, y acarrea traumas que se pueden superar a nivel somático pero no a nivel moral. Milá toca polla, y con ella, fondo.”

 

 

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