Bin Laden y la procacidad de Alfonso Ussía

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¿Saben qué comentarios ha merecido la captura y posterior rápida muerte del cósmico terrorista Bin Laden, las reflexiones que, al dictado de Montesquieu, han salido de su evolucionado y aristocrático cerebro? Se las podemos resumir a sus múltiples seguidores de La Razón y compradores de sus libros, entre los que destacan para la posteridad – ya estarán en el Olimpo de las LetrasFustazos y caricias, Golfos, gafes y gorrones, Manual del ecologista coñaz,  Coñones del reino de España, Carpe Diem. Confesiones de un pollo de barra,  El secuestro de Mamá y otros relatos del marqués de Sotoancho,  Las canicas, las cuquis y el novio tontito de Mamá, se la podemos resumir digo, en esta frase inmarcesible:

Bin Laden: “Entre crimen y crimen se la meneaba”.

Y glosa la siguiente frase, que se puede parangonar con las más osadas de Cervantes, Quevedo y Cela, de la siguiente manera:

 “El difunto Ben Laden, que en paz no descanse, además de un asesino de masas era un guarrete del autogozo. En su refugio pakistaní se encontró una buena colección de material pornográfico (…) Los mitos se derrumban por los pequeños detalles. Aquellos –que los hay–, que veían en Ben Laden un justiciero contra el mundo occidental y la civilización cristiana, se habrán llevado una decepción de órdago”.  “Suena muy duro, pero entre crimen y crimen, [Ben Laden] se la meneaba”. “Ésa es la conclusión agradable de este comentario. Ya no se la menea”.

Otro compañero suyo  Fernando Sánchez-Dragó, también celebrado corneta, no se conduce tan guarrete– aunque quizá lo sea más al no tener los remilgos del aristócrata-

pero  se hace una serie de preguntas y afirmaciones que reducen la democracia a eso, a pavesas:

 “Pongo la tele a la hora de las noticias y la apago en el acto. Lo que escupe me asquea. ¿Son quienes van a los mítines personas con albedrío y luces o hinchas a los que dan cuerda para que berreen imbecilidades? Yo los desposeería de su derecho al voto:  “¡Programa, programa, don Mariano! ¿Bajar los sueldos a los chupatintas, reducir su número y no cubrir las vacantes que se produzcan? Pues claro que sí. ¿Suprimir ministerios? Cuantos más, mejor. ¿Copago en sanidad? Ojalá llegue pronto. ¿Fiscalidad? Sólo impuestos indirectos. ¿Concesiones a los sindicatos? Ni agua. ¿Despido libre? Eso reduciría el paro.

¿Privatizaciones? Todas. ¿Gastos sociales? Los justos. ¿Escuela pública? Oxímoron. ¿LOE? Excelencia. ¿Autonomías? Carpetazo. ¿Renunciar a la libre circulación de criminales e ilegales? Sentido común danés. ¿Ayudar a Portugal, Irlanda y Grecia? Ni un duro para incompetentes y gandules, por más que Vandalia, Tontalia o Cigarria (antes España) sea ambas cosas en grado sumo. ¿Imitar a Finlandia? Sí. ¿Salir del euro? También. ¿Urnas? Abstención o voto en blanco. Todo lo demás son componendas in articulo mortis. ¿Manca finezza? No”.  “Faltan cojones para decir y hacer lo que debe ser dicho y hecho. El Estado de bienestar, culpable de la crisis, ha muerto. ¡Viva el Estado (mínimo) de responsabilidad! ¡Basta de cleptocracia! ¡Europa, go home! ¡OTAN no! ¡Manos fuera de Afganistán y Libia! ¡Atajemos la corrupción y la corrección políticas! ¡Pongamos fin a la sociedad de control! Estoy censado en Castilfrío, provincia de Soria. No puedo votar por Cascos ni por Esperanza. Por Rosa, tampoco. No se presenta. Tenemos aquí un buen alcalde. Saldrá reelegido. No necesita mi ayuda. Me quedaré en casa, con los gatos, sin encender la tele, tomaré una galleta de marihuana y votaré a bríos”.

 

 

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