Del discurso real y otras circunstancias concomitantes

el rey

 Antes de nada, y aprovechando que el blog no tiene ni la más remota posibilidad de ser leído ni por el rey ni por su corte, he de decir que la operación a que ha sido sometido, y sobre la que corren abundantes rumores con o sin  fundamento, le ha echado a nuestro entusiasta y campechano monarca unos cuantos años encima: lo he visto francamente deteriorado: ya no parece aquel admirable  y saludable regateador o esquiador o motero que fue. Y no es por la edad: los hay más viejos y con un aspecto más lozano.

Ni vi ni escuché el discurso del rey –cuesta trabajo no ponerlo con mayúsculas, a dónde vamos a llegar, Señor, o ¿también a este Señor con que nos referimos a  Dios tenemos que ponerlo con minúscula? – porque en la mesa en que me senté para la celebración familiar del nacimiento del Niño Jesús y en la que no se notaba para nada la crisis dada la abundancia de viandas y de exquisitos caldos me tocó en la fila que daba la espalda al sacrosanto televisor. Tampoco los que sí se sentaban frente al odioso en ocasiones artefacto hicieron ni una sola referencia al discurso de su majestad -¿ o es Su Majestad? -estos académicos de la Lengua la han liado parda con la reciente reforma de la ortografía: toda la vida procurando poner las tildes y la tildes diacríticas en su sitio y ahora tenemos que empezar de nuevo aunque esto le va a venir bien, supongo, y para subir nota a los afectados por el Pisa.

Se hablaba entre otras cosas de que la crisis no había afectado a todo el  mundo por igual y se narraron casos concretos de gente que desembolsaba alegremente millones de euros para adquirir mansiones sin referirse a los millonarios futbolistas que estos sí sabemos que los apalean por su virtuosismo en el manejo de la pelota hasta que  giramos en un momento dado la cabeza y vimos en la pantalla, en una especie de viaje a través del túnel del tiempo, al gritón e incombustible Raphael, acompañado, eso si, de artistas del momento que nos devolvieron a la realidad.

En las repeticiones posteriores si he escuchado o leido el discurso real con poca diferencia con los treintaytantos anteriores donde se pide un esfuerzo para salir de la crisis y la unión de las fuerzas políticas y del que Losantos afirma que no es el discurso del rey sino el de un presidente de gobierno habiendo afirmado, además, los populares que ha sido copiado por los socialistas para hacer el discurso propio. En fin, en la prensa de hoy el discurso viene desmenuzado por los que viven de interpretar lo que dicen otros. Entre los que he visto no aparecen aún afortunadamente ni Pio Moa, ni Hermannn Terscth ni Vidal ni Sostres ni Ussía ni Antoñito Burgos, con lo que tenemos garantizadas unas pocas horas de tranquilidad y libres de crispación.

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