Crisis sindical

Editorial de El País

Las transformaciones sociales y económicas, la crisis y una sucesión de comportamientos poco éticos en algunos de sus representantes han deteriorado de forma significativa la credibilidad de las organizaciones sindicales entre los ciudadanos. La percepción de que los antaño poderosos sindicatos como CC OO y UGT han sido incapaces de mantener el empleo o de reducir la oleada de despidos a partir de 2008 y la evidencia de que los salarios se han desplomado, como consecuencia del empeoramiento global de las empresas, son el factor de deterioro más reciente de la imagen sindical. Pero no conviene engañarse; las causas son más profundas y tienen que ver sobre todo con la incapacidad de las organizaciones para adaptarse o modificar la nueva realidad del mercado laboral.

Aunque tanto Méndez como Fernández Toxo se resistan a admitirlo, la caída sistemática de la afiliación es anterior a la crisis y responde a la idea, ampliamente extendida, de que los sindicatos defienden preferentemente a un segmento de los trabajadores: concretamente a los afiliados con contrato estable. Eso no significa que no clamen contra la precariedad laboral, pero lo cierto es que en este último ámbito su tarea no ha resultado eficaz. Los mecanismos tradicionales de acción sindical han demostrado su eficacia para defender a los trabajadores instalados, pero poca capacidad para adaptarse a las nuevas condiciones de la economía global. No existe una respuesta satisfactoria a la deslocalización de empresas, al outsourcing o a la subcontratación. Y este vacío viene de lejos. Además, los sindicatos se han visto superados en capacidad de movilización social por algunos movimientos políticos.

Es evidente que la acción sindical carece de una estrategia clara en aspectos decisivos para su supervivencia y prestigio: participación en los consejos de las empresas, captación de afiliados entre la bolsa de empleados precarios o flotantes —a quienes hay que ofrecer soluciones políticas, legales y logísticas—, nuevas tácticas de negociación colectiva que eviten la rigidez de los convenios sectoriales y transparencia pública total de sus cuentas (que es exigible también a las patronales). Los sindicatos siguen siendo necesarios en el entramado laboral y social, pero, para ser útiles, hace falta otro modelo sindical. El reto es si existe voluntad y capacidad para articularlo.

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