Escrachando

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La palabreja al parecer procede del lunfardo -argot del Río de la Plata-derivada a fines del siglo XIX de diferentes dialectos del italiano, de palabras como scaracciare-screacé (escupir), schiacciare (golpear, destrozar) y scaracio (escrito, impreso, luego pasaporte). Asimismo la Real Academia Española define escrachar como: «romper, destruir, aplastar».

 Pues bien creemos que, seguramente por el descontento reinante a todos los niveles se está conjugando en demasía y  practicando de lo lindo el verbo escrachar. Una consecuencia del fenómeno, además de la humillación y el miedo que se les refleja en el rostro a los escrachados es el diferente enfoque que se le da, desde una cierta comprensión hasta una abierta intolerancia, caso de Edurne Uriarte que afirma que  «las hordas de Ada Colau no son fascistas, son comunistas, en todo caso. Y tienen mucho más éxito social que el fascismo»

 Si se le pregunta a Arcadi Espada  por el fenómeno afirma en Gente que va a tu casa:

 “Me dijeron ayer en la radio: «¿Está usted comparando el escrache con el terrorismo?» Tuve que defenderme: «¡No, no lo comparo! El escrache es terrorismo».

 Entre los defensores hemos visto a Josep María Fonallera en  ¿’Kale Borroca’?:

 “La delegada del Gobierno en Madrid habla dela Plataformade Afectados porla Hipotecay la relaciona con ETA y dice que sigue «una estrategia política radical» con acciones «que podrían ser consideradas como ‘kale borroka’ “

 o a Nacho Corredor que afirma en Defender tus derechos es ETA:

 “Mientras no haya más respuesta que dar palos, o la retórica de que cambie todo para que no cambie nada en nombre de un régimen que se desmorona, que haya gente que grite o que insulte nos debería parecer casi un masaje y la mejor oportunidad para evitar el catastrófico panorama al que nos dirigimos.

 Sigue una vía intermedia Rosa Montero en  Pataleo:

 “Se han mostrado tan recalcitrantemente sordos conla Ley Hipotecaria[el PP y el PSOE] que yo diría que se han ganado a pulso que les peguen unos cuantos gritos en el portal.

 Limitemos las broncas a la acera de enfrente, sin aporrear puertas (no hay que asustar niños) y desde luego sin violencia: es lo justo y también lo más útil, porque, si no, perderán apoyos populares. Pero que no me digan que, después de tantos años sin que nadie responda, la gente no tiene por lo menos derecho al pataleo”

 

 

 

 

 

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