Hacer ejercicio también en Navidad

La Navidad, además de ser el tiempo en el que los buenos sentimientos ablandan a la gente y se reúnen las familias que están disgregadas, ahora más que nunca, por el efecto perverso de las deslocalizaciones de los trabajos o de la “movilidad laboral”, como llama la rociera ministra Báñez a la forzada emigración de nuestros jóvenes, sean estos cerebros o mano de obra barata para la hostelería europea, la Navidad, decimos, es tiempo además de excesos gastronómicos, de ingesta ingente de calorías, de atracones que suelen pasar factura, unos excesos que, como poco, se convierten en más peso o el agravamiento de enfermedades crónicas.

Todos estos efectos adversos se pueden paliar mediante el ejercicio físico siquiera sea en plan moderado, algo que, más o menos, ya se intuye y que corrobora The Journal of Physiology‘: El ejercicio diario reduce muchos de los efectos fisiológicos nocivos a corto plazo del exceso de comida y la falta de actividad, como sucede en las fiestas navideñas en que se consumen miles de calorías más de las que se queman, lo que trae consecuencias perjudiciales para la salud y el ejercicio tiene efectos positivos, incluso cuando estamos almacenando de forma activa la energía y aumentando de peso.

 Según un último estudio de esta revista, después de sólo una semana comiendo en exceso, los participantes en el estudio monitoreados mostraron mal control de azúcar en la sangre y sus células de grasa expresaron genes que dan lugar a cambios metabólicos no saludables y un equilibrio nutricional alterado. Sin embargo, estos efectos negativos fueron marcadamente menores en las personas que practicaban ejercicio ya que un corto periodo de consumo excesivo y la reducción de la actividad física lleva a cambios «muy profundos negativos» en una variedad de sistemas fisiológicos, pero que una actividad diaria de ejercicio detiene la mayoría de estos cambios negativos.

 En este estudio se pidió a 26 hombres jóvenes y sanos que fueran generalmente inactivos en sus actividades diarias y que comieran en exceso. Luego, la mitad del grupo realizó ejercicio todos los días en una cinta de correr durante 45 minutos. En el grupo que no hizo deporte se aumentó su consumo de calorías en un 50 por ciento, mientras que para los activo se incrementó un 75 por ciento la ingesta de calorías, por lo excedente de energía neta diaria de todos era el mismo

 Después de una semana, el grupo sin ejercicio mostró un descenso significativo y poco saludable en su control de azúcar en la sangre y sus células de grasa sobreexpresaron genes vinculados a cambios metabólicos insalubres y tenían una expresión baja de genes implicados en el buen funcionamiento del metabolismo. Sin embargo, el grupo de ejercicio presentaba niveles de azúcar en sangre estables y sus células grasas mostraron una menor expresión genética «indeseable».

 La sobrealimentación a corto plazo y la reducción de la actividad física tuvieron un impacto «dramático» en la salud metabólica global de los participantes y en varios genes clave del tejido graso, mientras el ejercicio previene estos cambios negativos, incluso aunque la energía se siga almacenando. Así que si nos enfrentamos durante estos días a un consumo excesivo e inactividad el estudio muestra que la práctica diaria de ejercicio evitará que muchos de los cambios negativos se produzcan a pesar de que usted aumente de peso.

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