La verdad a medias de las estadísticas del paro

colas del paro

Se atribuye a Benjamín Disraeli la frase: «Hay tres tipos de mentiras: mentiras pequeñas, mentiras grandes y estadísticas» Y no es que digamos que las estadísticas son una mentira muy gorda pero casi. Si usted se come dos pollos y su vecino, en el paro, ninguno, la estadística dirá que se ha consumido un pollo en cada casa. Lo mismo pasa con las cifras del paro que son la media de todas las provincias españolas.

La encuesta de población activa (EPA) del último trimestre de 2010 eleva la tasa del paro hasta el 20,33%, la más alta registrada en nuestro país desde hace 13 años (segundo trimestre de 1997). El número de desempleados subió entre septiembre y diciembre en 121.900, por lo que 2010 cerró con 4.696.600 parados, lo que supone un nuevo récord histórico. El año pasado se quedaron sin trabajo 370.100 personas, lo que supone que cada día se fueron al paro 1.014 ciudadanos.

Pues bien nos daríamos con un canto en los dientes si ese 20,33 % de media lo pudiéramos aplicar a Málaga: nos rebajaría el paro en más de diez puntos al estar la Ciudad del Paraíso – no para el trabajo- en torno a al 30,65 %, (y todavía hay quien está peor: Las Palmas, con un  31,68% y  Cádiz ,31,47%., que a pesar de todo hoy se burla de su cruel presente  y comienza sus fiestas de Carnaval con La Pestiñada)

Pero nos centramos en Málaga: En el último trimestre de 2010, la provincia contabilizó 238.200 desempleados, el triple que los que sumaba a finales de 2006..La crisis económica mantiene fuera de los circuitos económicos y existenciales al 30,65% de la población activa, el porcentaje más elevado de la serie histórica de los últimos trece años. Y si trasladamos los datos andaluces a Málaga también nos encontramos con que la ratio de hogares en los que todos sus miembros activos carecen de un sueldo asciende al 15,72%: el doble que cuando estalló la crisis en 2007, cuando eran el 6,97%. Todo lo anterior es una auténtica barbaridad que esperemos no desemboque en las revueltas sociales que se están extendiendo como mancha de aceite por todo el Mediterráneo.

Es mejor no entrar en las cifras del paro juvenil porque pueden acercarse peligrosamente al 50 %. De momento están atiborrándose de cursos y de “másteres” a la espera de que la situación económica cambie o bien dirigen sus miradas a las viejas maletas que sus abuelos tomaron en los años 60 en una especie de retorno al más negro pasado.

Por eso no deja de tener gracia lo de los 38, 5 años que se exigirán para poder jubilarse a los 65. ¿Quién va a poder reunirlos en las actuales circunstancias? Este si que es una verdadera cortina de humo: hablar de la jubilación donde no hay trabajo.
 

 

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