Miguel Carcaño: calumnias y mentiras

miguel carcaño

La calumnia de la que no se podrá defender nunca Marta y que habrá aumentado si cabe más el dolor de sus padres es lo que deslizó a la policía y que fue precisamente lo que hizo que esta centrara sus sospechas en él: “Marta estaba harta de sus padres, tenía intención de fugarse de casa en cuanto cumpliese 18 años”, algo contrario a lo que decían los amigos de Marta: “era una chica normal que no tenía problemas en su casa y que no pensó nunca en dejar su hogar.

 La policía además ha contestado a la acusación particular que jamás han ejercido presiones para que confesasen los detenidos y mucho menos golpes, ni dibujado planos, en alusión a lo que declaró Samuel ante el tribunal.

 Por otra parte un vecino de Miguel Carcaño ha asegurado en el que vio al asesino confeso de Marta en el portal del bloque en torno a las 1.30 horas con la silla de ruedas con la que, supuestamente, trasladó el cuerpo de la joven tras darle muerte, lo que pone en entredicho la última versión de Carcaño de que fueron Samuel y el Cuco los que se deshicieron del cuerpo y que eso sucedió antes de la medianoche.

  Los padres de Marta creen que el Cuco mintió ayer y pretenden sea acusado de perjurio “Vino como testigo y mintió, que sepa que las cosas no son tan gratuitas como le parecen”

 Les ofrezco el artículo de Ignacio Pérez Díaz Pañuelos de bandido en que hace una descripción de los implicados en la muerte de Marta:

 “He escuchado sus voces y la sangre se me hiela y me hierve a un tiempo. No saben ni hablar, pero son maestros de un cinismo aprendido en pocos años. Esos no son los valores que se le presuponen a la juventud. No se rebelan contra nada ni sueñan con un mundo mejor. Han elegido el camino más fácil, como si fueran sicarios en prácticas de esos mundos en los que la vida nada vale. Sabemos el qué y nos han contado diferentes cómo. Pero no han dicho una sola palabra del porqué.

 Esconden sus rostros bajo pañuelos de bandidos y gafas oscuras de marca, quizá para ocultar una risa obscena y descarada, la sonrisa bobalicona y grosera del anormal, del que no entiende -ni quiere- de convivencia ni de amistad, del inconsciente que no tiene conciencia, del que juega a ser el malo de la película, matón de barrio, de los divos del malditismo. Los imagino así, porque, cobardes, no se muestran. No dicen la verdad porque para ellos verdad y mentira forman parte del mismo juego macabro, en el que ellos se divierten a costa de una vida humana, la de una muchacha con todo por hacer, de la que se suponía que eran amigos o incluso algo más.

 

 

 

Unos a otros se reprochan haber escondido el cuerpo de la joven asesinada aún no se sabe bien por qué. Si por celos, por pura diversión… Si por accidente. «Pregúntenle a Miguel», dice Francisco Javier García, El Cuco, en su estelar debut ante los focos y las cámaras. «Sólo te digo que digas dónde está Marta», insta Carcaño a Samuel. «Yo no te tengo que demostrar nada», le responde quien se tenía por su mejor amigo.

 

 Produce náuseas oirlos en las sesiones del juicio, ebrios del poder de quien se siente dueño de la situación. Ojalá se equivoquen. Ojalá me equivoque.”

 

 

 

One comment

  1. Excelente publicación, es que definitivamente las cosas se dicen tal cual son sin esperar aprobaciones de nadie solo de la misma verdad. Un gusto visitarte.

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