Según unas estadísticas que salieron en una ocasión este blog lleva dedicados al caso Marta del Castillo unos 60 post dado el interés humano de la noticia y de cómo se fueron complicando los acontecimientos por las diferentes versiones que fueron dando los hoy imputados. Hoy en que ha salido el auto de imputación es lógico que añadamos otro a esa lista.
Al final el juez y sin que haya aparecido el cuerpo de la niña ha decidido que “la apertura de juicio oral está fundamentada en la existencia de suficientes indicios racionales de la participación en los hechos de los acusados, concretando que en el caso de Miguel la sangre de Marta encontrada en la cazadora que vestía Miguel el día de los hechos constituye una prueba decisiva de su autoría material». El juez Asís de Molina considera que Miguel Carcaño y el menor conocido como el ‘Cuco’ violaron, estrangularon y mataron a la joven por negarse ésta a darle un beso al asesino confeso.
También se ha decidido que sea un jurado popular y no un juez profesional el que juzgue el caso, algo que temían los imputados seguramente por la creencia de que serán los inexpertos miembros del jurado más influenciables que lo jueces de carrera. Será un juicio muy difícil porque la mayoría de las pruebas son inconsistentes, basadas de declaraciones contradictorias y sobre todo porque falta el cuerpo del delito, ocultado cuidadosamente por el o los asesinos.
En el auto el juez reconstruye los hechos de la siguiente manera:
“La joven se encontraba a las 17,30 horas del 24 de enero en su domicilio de la calle Argantonio chateando en el ordenador con una amiga, momento en el que llamó al porterillo electrónico Miguel, por lo que «accedió a salir a su encuentro y se lo comunicó a su madre aduciendo que tenía unas cosas que arreglar con él”
“Ambos se marcharon del lugar en un ciclomotor, permaneciendo entre las 18,00 y las 19,00 horas en la Plaza Santa María de Orgaz junto a varios amigos, entre ellos el ‘Cuco’, y quedando con éste en verse posteriormente en la vivienda de León XIII, donde a su llegada coincidieron ambos con el hermano del asesino confeso, que «no tardó en marcharse».
“ Poco después se incorporó a la reunión el menor, que junto a Miguel consumió algunos combinados de ron y cigarrillos de hachís, alcanzando un estado de euforia y cierta desinhibición, sin perder nunca el pleno control de sus actos. En un momento dado, sentados los tres frente a la TV, Marta rechazó, apartando la cara, un beso que intentó darle Miguel, el cual, despechado, se levantó del sofá».
«Aunque Marta le pidió que no se enfadara, Miguel, encolerizado, asestó un primer puñetazo en la cara a la joven, que fue seguido por otros tantos golpes y puñetazos propinados por Miguel y el menor. Acto seguido, guiados por el ánimo de acabar con su vida y atentar contra su indemnidad sexual, la llevaron al dormitorio de Miguel, le quitaron los calcetines, pantalones y bragas, la tumbaron por la fuerza sobre la cama y, para ahogar sus gritos, le introdujeron en la boca uno de los calcetines que le habían quitado, mientras el menor mantenía a Marta inmovilizada y la amenazaba con una navaja, Miguel agredió sexualmente a la joven, tras lo cual ambos imputados intercambiaron los papeles, agregando que posteriormente la bajaron al suelo y le ataron las manos a la espalda con cinta aislante por las muñecas, desenrollando un cable eléctrico tipo alargadera de la carcasa que lo cubría y rodeando con el cable el cuello de la menor, tirando de él con fuerza», “los agresores lograron consumar el estrangulamiento tirando con fuerza del cable, hasta apreciar espasmos en una de las piernas y apagar cualquier signo de vida, no obstante lo cual decidieron cerciorarse del fallecimiento utilizando un tensiómetro de muñequera, tras lo cual decidieron deshacerse del cuerpo y de las pruebas que pudieran incriminarles, para lo que pidieron ayuda al imputado Samuel Benítez, al cual telefonearon”
“ Este decidió ayudar a sus amigos, para lo cual quedó con el ‘Cuco’ en el domicilio de éste último para recoger el vehículo propiedad de la madre del menor, que era del todo ajena a la situación», y, una vez en el piso de León XIII, decidieron sacar el cuerpo de la menor utilizando para ello una silla de ruedas que había en la vivienda, coincidiendo, entrada ya la madrugada del día 25 de enero, con Francisco Javier y María García, que se había personado en la vivienda con la intención de estudiar en soledad».
“Cuando Samuel y el menor llegaron con el coche, se encontraron con que Miguel y su hermano preparaban en el salón el cuerpo de Marta, y éste último, visiblemente nervioso, se dirigió al ‘Cuco’ y le dijo que si decía algo le iba a pasar algo muy grave a su familia, tras lo cual sacaron el cuerpo de la vivienda usando para ello la silla de ruedas. Los acusados dieron al cuerpo un destino buscado para evitar que fuera conocido o encontrado, destino ocultado al Juzgado que aún hoy se ignora, lo que ha ocasionado la natural repercusión pública y social de un caso tan trágico como la muerte violenta de una menor, algo que se ha visto acrecentada por el hecho de que desconozcamos la suerte o destino final del cuerpo, lo que procura la existencia de trascendentes interrogantes aún no despejados, calificando de «infortunio» no haber podido encontrar el cuerpo”
Así hasta completar 50 folios en los que se habla de las distintas versiones ofrecidas por Miguel en torno al paradero del cuerpo, de las erráticas versiones de Miguel y de Samuel y de los restantes acusados y como consecuencia de ello un acrecentamiento del dolor de los padres por no encontrar el cuerpo de su hija para darle una digna sepultura, auto que concluye afirmando que “se le podrían imputar dos delitos de agresión sexual, uno de asesinato, otro contra la integridad moral y otro de profanación de cadáveres, mientras que a los otros tres imputados se le podrían imputar un delito de encubrimiento, otra contra la integridad moral y un último de profanación de cadáveres, añadiendo a Francisco Javier un delito de amenazas condicionales”
Por lo tanto “la apertura de juicio oral está fundamentada en la existencia de suficientes indicios racionales de la participación en los hechos de los acusados, concretando que en el caso de Miguel la sangre de Marta encontrada en la cazadora que vestía Miguel el día de los hechos constituye una prueba decisiva de su autoría material».